Los resultados de Andalucía -con el 41% de abstención, es decir, con 2.847.810 de no votantes- han podido sugerir a algunos una bocanada de aire fresco. Un cambio hacia la recuperación de España porque ha ganado, con mayoría absoluta, el Partido Popular. Lo cierto es que a la vista está que la izquierda está en retroceso y no digamos nada la ultraizquierda de Teresa Rodríguez y “el Quichi”, que ven que casi se van a tener que poner a trabajar.

Pero ahora que estamos en verano, a nadie le molestará un jarro de agua fría, porque se trata de un consuelo, un espejismo solo para los que pretenden dormir sonrientes con la sensación de una artificiosa conciencia tranquila. Juanma Moreno Bonilla todavía no se lo cree ni él. Núñez Feijoó tampoco. Sin embargo, esta manga ancha que les permitirá ver que todo el campo es orégano, será lo que los lleve a la perdición como le sucedió a Mariano Rajoy en su primera legislatura -fake donde las haya-, en la que incumplió el 100% de sus promesas, unas porque “no había consenso” como con el aborto y otras “porque yo lo valgo”, como la Reforma de la Ley Laboral. Pero no solo hizo mucho daño a los resultados del electorado en su segunda legislatura… También a los cientos de miles de personas en su más íntimo ser, porque dejó sin tocar la entonces llamada Ley de Memoria Histórica, incentivó lo mismo o más que su antecesor las políticas homosexualistas, reforzó las leyes de género y nos frió a impuestos a todos. ¿Hizo esto Rajoy porque Zapatero fue muy malo y dejó el país hecho unos zorros? No. Zapatero no era malo, era el tonto útil del momento al servicio del globalismo neoliberal y Rajoy también lo fue. Solo cumplían órdenes de los mismos que hoy siguen organizando a España a través de Pedro Sánchez y dentro de nada con Alberto Núñez Feijoó, porque todos están en el mismo saco. Solo cambia el color del logotipo que gobierna al país, por eso hay un empeño importante en que España sea bipartidista, que haya alternancia, como en el banquillo de un equipo de fútbol, que sale uno para que descanse el otro, y viceversa.

Zapatero no era malo, era el tonto útil del momento al servicio del globalismo neoliberal y Rajoy también lo fue. Solo cumplían órdenes de los mismos que hoy siguen 'organizando' a España a través de Sánchez y dentro de nada con Núñez Feijoó, porque todos están en el mismo saco

Los resultados de Vox eran previsibles, quizá no tanto, y aun así ha crecido en 100.000 votos más y, la verdad, no sé de qué se ríen algunos respecto a Macarena Olona. Pero Vox, nunca, repito, nunca, gobernará en España porque no se lo permitirán “los de arriba”. Vox no está dispuesto a ceder en la batalla cultural, eje principal de su atractivo entre los votantes y, por la misma razón, se convierte en un proscrito para los medios de comunicación. En mi opinión deben seguir así, mantenerse firmes en esa misma línea porque les llegará el día de ser verdaderamente útiles para la sociedad (ahora ya lo son, pero para entonces en la práctica) porque el globalismo hegemónico tiene fisuras cada vez más evidentes como la forzada guerra de Ucrania, la inflación estadounidense y europea, las políticas cada vez más brutales para el control de la población a través de pandemias forzadas, vacunas obligadas, promoción del aborto, imposición eutanásica, ideologización de género en los centros escolares y las políticas homosexualistas cada día más descabelladas… Están comenzando a colmar la paciencia de muchos ciudadanos de diferentes países. Ya son muchos los que se preguntan sobre hacia dónde nos dirigen los Señores del mundo (San Román), como en la novela de Robert Hugh Benson.

Quienes se vayan de vacaciones pensando que ahora el Partido Popular pondrá en Andalucía todo en orden, sin dependencias e intromisiones de otros partidos, que se vayan preparando porque excepto la rebaja fiscal, que sí creo que se cumplirá, las leyes de ideologización serán exactamente las mismas que se ejercen desde gobiernos izquierdistas. No lo digo yo, lo hace Pablo Iglesias, que no es tonto, pero sí perverso, y lo dice con rotundidad en la entrevista de una emisora de radio que creo que se llama la Ser o algo así: «El terreno de la política es la ideología y hay que hablar y definir los factores ideológicos, y hay que decir cosas y hacer cosas de izquierdas sin ningún tipo de complejos». Exacto, eso es lo que hace el Partido Popular, al quedarse mudo hace años ante la avanzadilla cultural de la izquierda allá por entonces cuando cambió el discurso de los pobres contra los ricos, por la guerra de los sexos, que es mucho más transversal. Entonces, a la derecha (no solo la española) no les quedó más remedio que asumir los mismos objetivos políticos e ideológicos de la reiniciada nueva izquierda, de forma que se ha convertido en un solo movimiento denominado progresista y ambas tendencias se disputan en el parqué sociológico. También, por esta misma razón, los medios de comunicación comparten micro y café tanto con unos como con otros -no por pluralidad informativa porque a Vox, tercera fuerza política en España, ni le dan cita para entrevistas ni le datan en sus informativos-. Lo hacen porque ellos también son parte del sistema, que para eso lo cobran a base de bien, y ejercen su papel con parcialidad absoluta.

Quienes se vayan de vacaciones pensando que ahora el PP pondrá en Andalucía todo en orden, que se vayan preparando porque excepto la rebaja fiscal, que sí creo que se cumplirá, las leyes de ideologización serán exactamente las mismas que se ejercen desde gobiernos izquierdistas

La batalla cultural está servida y debemos tomar posiciones porque no hay medias tintas. La guerra es de progres contra humanistas; de cultura de la vida contra kultura de la muerte; de cuidar la naturaleza con una explotación digna o de cambio climático y comer saltamontes; de esperanza en el ser humano o sufrir el individualismo explotador; de precios con sueldos razonables o de crisis cronificadas que nos hagan ser dependientes del Estado; de libertad de movimiento y garantías saludables o de pandemias a gogó con vacunaciones obligatorias “por tu seguridad”. La dictadura de la Agenda 2030 no es baladí, no hay puntada sin hilo. Todo se corresponde al proyecto globalista del empoderamiento de los plutarcas sobre el mundo, como explica mejor que bien Marcos López Herrador en La rebelíon de los amos (Sekotia).

En el mundo, en concreto en España, necesitamos un tiempo de sosiego. Un espacio que nos permita resolver desde la reflexión el camino recorrido, el que tendremos que tomar para redescubrirnos en todo nuestro poliédrico cultural, que ni es poco ni sencillo, pero guste o no es el nuestro y debemos explorarlo. En Hispanofilia. España frente a su destino (Almuzara), Gonzalo Rodríguez García le dedica un buen espacio al análisis de la problemática identitaria española, y trata de esclarecer, de señalar las claves e indicios del nuevo marco futuro, que no está tan lejos de nuestros días.