Desde hace meses bandas de argelinos campan a sus anchas en el barrio mallorquín de Son Gotleu. Allí tiene atemorizados, y a la vez hartos, tanto a los vecinos como a los comerciantes de este barrio de Palma, que se muestran indignados por «la violencia y la delincuencia que protagonizan todos los días». Eso, sin olvidar la explotación sexual y los malos tratos a los que, dicen, someten a chicas menores de edad. 

La reyerta multitudinaria en la calle Indalecio Prieto que involucró a unas 50 personas y dejó cuatro heridos ha sido la gota que colma el vaso. Al parecer, tanto españoles de etnia gitana como africanos y marroquíes se unieron para hacer frente a los argelinos, que han instalado un clima de terror y han convertido la barriada en un paraíso de la delincuencia.

 

Lo venimos repitiendo en Hispanidad, Marlaska no ayuda a los inmigrantes, ni en su tierra de origen ni en España. Simplemente dice que controlar la migración es xenofobia o relacionarla con la delincuencia creciente es propio de ultra. Y se queda tan ancho.

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