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Si definimos el fascismo, según la RAE nos da tres acepciones: 1. Movimiento político y social de carácter totalitario que se desarrolló en Italia en la primera mitad del siglo XX, y que se caracterizaba por el corporativismo y la exaltación nacionalista. 2. Doctrina del fascismo italiano y de los movimientos políticos similares surgidos en otros países. 3. Actitud autoritaria y antidemocrática que socialmente se considera relacionada con el fascismo. Sin embargo, la Wikipedia sólo acusa de esto a la extrema derecha, ¡cómo no!
Pero este fascismo histórico veremos que nada tiene que ver con lo que hoy quieren que sea el fascismo. Porque el fascismo que han puesto tan de moda los antifascistas no es otra cosa que un mecanismo de autodefensa para proteger su fascismo encubierto desde el que precisamente los autodenominados tolerantes -que han resultado ser los más intolerantes-, lo han convertido en una importante palanca de poder, como hicieron los fascistas de primera generación, con Benito Mussolini a la cabeza.
Hoy está de moda el debate de los padres de Canet en Cataluña, que defienden la cuota del 25% de castellano que la ley les ampara. Una auténtica revolución fascistoide desde lo más alto del gobierno catalán en contra de la familia y el niño
Pongamos ejemplos de fascismo aplicado a la actualidad. Por ejemplo el feminismo ilustrado, que es el actual-radical, se trata de una manera desagradable de fascismo puro y duro. Solamente admite lo que ellas -y muchos ellos y elles-, piensan que debe de ser el feminismo, es decir, lo que ellos consideran qué es el hombre y la verdadera mujer. Un movimiento que enaltece a la mujer y denigra al hombre sencillamente por el hecho de serlo, no por la equidad soñada de las primeras revolucionarias que arriesgaron sus vidas, su prestigio, incluso su honor. Irene Montero y la compi Ione Belarra, dos mujeres acomodadas en el poder desde el que no arriesgan nada pero señalan con el dedo hacia dónde deben dirigirse los insultos y el descrédito ajeno, sencillamente porque alguien no piensa como ellas dicen que hay que pensar. SI desea más sobre la trayectoria feminista no se pierdan Crónicas de la Tiranía Feminista (SND editores) escrito por Maximiliano Jiménez Sánchez, una obra potente de 574 páginas a lo largo de tres partes, donde incluye todo aquello que tiene que ver con esta tiranía, como bien reza el título, desde lo histórico, hasta sus tesis sobre la masculinidad, el heteropatriarcado, quién es quién, sus objetivos desarrollados…
Otro ejemplo muy actual es el nacionalismo, aplicado con fuerza desde las instituciones, especialmente en Cataluña, Vascongadas y Galicia. No importa qué partido lo encabece, da lo mismo el republicano Pere Aragonés, el peneuvista Iñigo Urkullu o el populista Alberto Núñez Feijóo, que tras el telón de la democracia imponen su visión del mundo por el poder que les ofrece lo legislativo, y que aplican como un rodillo y apestan a los que no comulgan con la concepción que ellos tienen de su nación, negando la libertad de elección a los que disienten con esa forma de ver la vida. Su principal bandera, el idioma. Hoy está de moda el debate de los padres de Canet en Cataluña, que defienden la cuota del 25% de castellano que la ley les ampara. Una auténtica revolución fascistoide desde lo más alto del gobierno catalán en contra de la familia y el niño. Pero quizá las más exaltadas radicales han sido Marta Daviu y Dolors Sabater, ambas podemitas de la CUP, feministas per se, verdaderas fascistas en sus formas y los fondos. Pero no se pierdan de vista al mudito Urkullu con sus hordas bilduetarras o al moderado Feijóo con sus leyes idiomáticas, también escolares.
Pier Paolo Pasolini, en su pequeño y breve librito El fascismo de los antifascistas (Galaxia Gutemberg), pone un ejemplo que nos hace pensar con la brillante claridad con la que este artista suele expresarse: «no hay que ser fuerte para enfrentarse al fascismo en sus manifestaciones denigrantes y ridículas: hay que ser fuertísimo para enfrentarse al fascismo como normalidad, como codificación, diría yo, alegre, mundana, socialmente elegida, del fondo brutalmente egoísta de una sociedad».
No sé porque al fascismo se le imputa siempre la derecha, cuando sus raíces siempre han provenido de la izquierda: Mussolini era socialista, Hitler también era socialista, y nacionalista, más parecido a ERC que a Vox. Sin embargo, la izquierda ha sido siempre más astuta, ha sabido organizarse mejor en la propaganda y acogotar a una derecha tibia, conservadora, de ideología cristiana, pero que sin embargo siempre se ha planteado como acomplejada, lo hizo la CEDA en la II República y lo hace ahora el Partido Popular.
No sé porque al fascismo se le imputa siempre la derecha, cuando sus raíces siempre han provenido de la izquierda, Mussolini era socialista, Hitler también era socialista, y nacionalista, más parecido a ERC que a Vox
Es evidente que los antifascistas cada vez se distinguen menos de los fascistas a los que quieren abolir. No hay diferencias ni en la forma de vestir, ni en la forma de inculpar, ni en la forma de atacar, ni la forma de señalar, ni la forma de alabar a su líder. Tampoco en el barrio del que proceden, ni en sus gustos por los viajes, ni en sus formas de vestir. La sociedad occidental está rota y como siempre ha sucedido las crisis sociales de todos los tiempos han provocado alteraciones radicales, y de esto los responsables son quienes dirigen a la sociedad, que son cortoplacistas y que por un puñado de votos son capaces de hacer arder las calles, y luego ya vendrá otro a apagarlas todas. Por esta razón, Breve tratado sobre la estupidez humana (Fórcola) de Ricardo Moreno Castillo nos ayuda a vencer esta epidemia de estupidez. Sólo nos cabe combatirla, por muy desigual que resulte la lucha y mucha que sea la pereza que nos venza. Es preciso sacudírsela permanentemente para no tener que deplorar males mayores, porque es más dañina que la maldad.