Otra vez, uno de esos que dice tener vocación de servicio y gobernabilidad, muestra sin sonrojo su nivel intelectual al definir nación como aquello que es lo que te salga del moño y que se apunte quien quiera. Qué más da lo que dijo literalmente Pedro Sánchez  si a él mismo le da igual lo que ha dicho porque mañana podrá decir otra cosa con tal de que encaje en el discurso del momento. Que el rasero intelectual de los políticos españoles -al menos los que ponen la cara en el cartel-, es como un accidente cultural, ya lo sabemos. Y además de que en algunos casos pueda tener deficiencias de raíz, la mayoría pasan por incultos porque están tan acostumbrados a relativizar todo; ya no saben qué es mentira o qué dígitos suman cuatro. Todo vale con tal de parecer que tienen respuestas para todo y las ideas muy claras; o que su modernismo no ha dejado de serlo; o que su tolerancia política se adapta y readapta una y otra, vez porque su calidad democrática no le permite imponer ni la verdad, ni la razón, aunque sea verdad y tenga razón. La semana pasada hablaba de la España rota una y otra vez en el artículo Más y más fragmentados porque traté la perversa utilización del terrorismo o cómo sacar de él rédito electoral, populista o independentista -que no es más que otro modo de populismo, y quizá por eso la tropa de Podemos&Cia se llevan también aunque no estén de acuerdo "con la hoja de ruta", menos mal-. Esta semana es otra vez el retorno al pasado. ZP abrió el melón con la célebre frase de laboratorio de España es una nación de naciones, y también aquello otro de discutida y discutible, un elenco de relativismos orales en forma de eslogan que quedan fácilmente prendidos del oído del viandante ignorante, progre o antiespañol que ahora abunda tanto desde el 15-M. Y sin embargo, a cualquiera que haya leído, incluso novelas sencillas, sabe que España es una sola nación desde hace siglos, con aciertos y fracasos, pero que no hay ninguna otra nación que se asemeje a su poderío, extensión y logros de todo tipo. Ahora sí, ahora ya es otra cosa gracias a los ineptos políticos que son capaces de vender a su madre patria con tal de alcanzar la tumbona del Congreso y medrar con facilidad en la vida muelle y parecer que son algo. Y que nadie se equivoque, porque este perfil se da a la izquierda y a la derecha, jóvenes y jóvenas, adultos y maduras. Abrir la espita a las ocurrencias de los federalismos o nacionalismos, es profundizar en el error que nos está trayendo hasta hoy, que en vez de trabajar todos a una y en una misma dirección -¡ah, entonces quién nos iba a toser!- convertiríamos a España en una caja de fósforos que si se abre mal, se desparrama. Y solo hay que recordar la entrada titulada A vueltas con la historia para comprender el desatino empeñado que tienen determinadas ideologías políticas para disolver a España, la idea de hispanidad y/o su historia. Y no puedo dejar de añadir, que también con la complacencia y la blandura de eso que algunos quieren seguir llamando "la derecha española". Hispania - Spania. El nacimiento de España (Actas). Santiago Cantera. Una obra magna de casi 600 páginas que refuerza la idea de que España viene de más atrás de los Reyes Católicos. Los visigodos fundaron y formaron Spania con la herencia de la cultura romana y la fe católica. Imprescindible la lectura, al menos por los políticos que pretenden pastorearnos. En el enlace se incluye una entrevista al autor muy interesante. 1.000 Años de Historia de España (Sekotia). José Vicente Almela. Aunque traté este libro en pasados artículos (leer), no puede venir más al dedillo que recordarlo de nuevo en esta ocasión, para que la suma de 1.000 años, o 10 siglos, sea suficiente cifra de tiempo para que algunos no vayan tan sobrados al hablar de España y sus naciones. Cataluña Hispania (Libros Libres). Javier Barraycoa. Una obra llena de curiosidades que, en forma de preguntas, nos lleva a conocer los tópicos catalanistas que hasta la llegada de ese movimiento eran procedentes de Castilla, Valencia, Aragón... Pocas, muy pocas de las tradiciones de las que se enorgullecen tienen que ver con sus raíces, más bien con las hojas caducas del independentismo más rancio. Humberto Pérez-Tomé Román @hptr2013