Lo cuenta Friday Fax, de la espléndida organización provida C-FAM: Japón es el primer país en contar con más ancianos de más de 65 años que menores de 15. Vamos, que en Japón hay más viejos que niños.

Pronto ocurrirá lo mismo en España y en Italia... y en toda Europa, a no ser que mejore la natalidad. Y para mejorar la natalidad no bastan las ayudas públicas a la maternidad -aunque eso ayudaría bastante- sino que se precisa, además, una sociedad más vital y menos egoísta. Acabo de escuchar que muchos jóvenes manifiestan que no van a tener descendencia porque no están dispuestos a traer hijos a un mundo tan podrido como éste. No sé si renuncian sólo a tener hijos o también a prescindir del método habitual para tener descendencia, pero lo que me asombra es que esos mismos jóvenes no se propongan mejorar el mundo para que sus hijos lo disfruten, en lugar de renunciar al mundo y a los hijos aunque, eso sí, sin pegarse un tiro. 

Lo que ha ocurrido, además de la invención de la repugnante píldora anticonceptiva, es que nos hemos vuelto muy egoístas. Los hijos exigen mucho cuando son pequeños. El bebé no espera a que uno se sienta dispuesto a cuidar de él: exige atenciones y, por lo general, de forma constante. 

Si hablamos de ayudas públicas ahora lo urgente es la instauración de un salario maternal: que la madre reciba un salario, que no debería ser inferior a la mitad del salario mínimo por cada hijo y hasta que se independice. Es de justicia y debería ser el primer objetivo de las ministras porque, en el mundo laboral, la mujer sólo soporta una discriminación respecto al hombre: la maternidad. Una gozosa y formidable marginación, dicho sea de paso, pero discriminación a fin de cuentas, que debe ser compensada. 

Pero insisto, ningún salario maternal terminará con la sequía de hijos, con el pavoroso invierno demográfico que asola a Occidente. Porque esa es otra: los países ricos tenemos menos hijos que en el Tercer Mundo.   

Y si no tenemos hijos, pues desapareceremos... mismamente. Y antes de eso, no podremos pagar las pensiones de nuestros padres. Y les aseguro que no se arregla con la eutanasia.

Además, ¿puede haber algo más hermoso que un bebé?