Se lo pregunta un joven filósofo, Lucas Buch, que acaba de publicar "Tiempo de Esperanza", un libro post-coronavirus. Se pregunta si el Covid se trata de un castigo de Dios y se responde que la respuesta inmediata no agota la cuestión. La respuesta inmediata es esta: no es un castigo porque Dios no castiga, pero una segunda respuesta, más reflexionada, nos puede llevar a otra perspectiva bien distinta: puede ser, en efecto, un castigo divino pero también una oportunidad para cambiar de vida.

¿Cambiar según qué criterio? Según el criterio de la misericordia de Cristo.

Y entonces, ¿la Covid-19 es castigo o es misericordia? Aunque no tuviera origen en la acción humana, habría brotado de un mundo marcado por una culpa y una ruptura, una distorsión que sigue presente. Sin embargo, en ese castigo se manifiesta y se revela la misericordia de Dios. Es un mal, ciertamente, pero un mal que hace presente la posibilidad que tenemos de acogernos a la misericordia y de hacer presente en el mundo esa misma misericordia. 

En definitiva, la alternativa que se abre ante nosotros: una vida llena de ansiedad por nuestro miedo a morir por el Covid o una búsqueda más decidida de la hondura, la verdad y la belleza de la vida humana como consecuencia del Covid, que nos ha demostrado la poquedad de nuestra existencia y la necesidad de abandonarnos en manos de Dios.

Sinceramente, por ahora gana la primera opción: es la mala. Además, ¿por qué tamaño pánico al virus? La verdad es que podemos morir cada día por 100 causas distintas.