Desde que compró Twitter a finales de 2022, Elon Musk ha despedido al 80% de la plantilla, aproximadamente y la red social continúa funcionando sin problemas, al menos aparentemente. En una entrevista reciente en la cadena Fox News, lo explicó de esta manera: “Si no intentas dirigir una organización activista glorificada y no te importa tanto la censura, resulta que puedes prescindir de mucha gente”.

En otras palabras, la censura crea muchos puestos de trabajo y no sólo en Twitter, sino en otras compañías como Facebook o Google. Curiosamente, además, la censura siempre se aplica en la misma dirección, esto es, contra los mensajes que cuestionan la ideología de género y sus derivadas.

En otro momento de esa misma entrevista, el multimillonario desveló que, antes de comprar Twitter, el gobierno norteamericano tenía “acceso total” a los mensajes privados de los usuarios. “El grado en que las agencias gubernamentales efectivamente tenían acceso completo a todo lo que estaba sucediendo en Twitter me dejó alucinado”, afirmó.

¿Existe la censura en los países occidentales, supuestamente democráticos y libres? Sí, y cada vez va a más, principalmente contra los que suponen una mayor amenaza contra el consenso progre establecido: los católicos.