«Los educadores sociales nunca impidieron la prostitución. Las chicas se fugaban y ya». Con esta rotundidad da fe de las irregularidades cometidas en los centros de menores gestionados por la Administración pública de Baleares una de las niñas tuteladas con las que ha hablado El Mundo. El testimonio de esta menor contradice lo asegurado por el Gobierno de las islas, que mantiene que antes de 2020 desconocía que las menores cuya tutela había asumido se estuvieran prostituyendo. Según ellas, los trabajadores no sólo tenían constancia de que las jóvenes se prostituían, sino que lo permitían.

De hecho, la propia presidenta del Gobierno balear, la socialista Francina Armengol una y otra vez ha rechazado investigar los abusos a los menores. Es más, haciendo gala de un rostro pétreo ha llegado incluso a ponerse como ejemplo de la lucha contra la explotación infantil ante la UE... ¡Acabáramos!

Mientras, se conocen los testimonios de las chicas tuteladas: una de las chicas consultadas afirma que el personal sabía que la tutelada a quien la Policía considera una de las cabecillas de la red participaba en trabajos sexuales antes de ingresar en el centro. «Todo lo que escuchamos fue que un educador nos dijo que ella se prostituía», recuerda al detallar el «cotilleo» que se generó ese día a partir de la información compartida por los educadores. Subraya que estos hechos ocurrieron en diciembre de 2018, antes de que ella admitiese a sus compañeras y a los tutores que ofrecía sexo a cambio de dinero. El testimonio evidencia que, como publicó este diario, el Gobierno balear dispuso de declaraciones de educadores sobre estas actividades mucho antes del 14 de enero de 2020, fecha en admitiera los hechos al trascender que una menor fugada había sido violada.

La propia presidenta del Gobierno balear, la socialista Francina Armengol una y otra vez ha rechazado investigar los abusos a los menores. Es más, haciendo gala de un rostro pétreo ha llegado incluso a ponerse como ejemplo de la lucha contra la explotación infantil ante la UE... ¡Acabáramos!

Las declaraciones anteriores forman parte de un sumario judicial abierto en 2020 en el que se está investigando a una treintena de hombres por explotar sexualmente a las chicas aun conociendo que eran menores. La Policía judicial considera acreditado que las jóvenes chantajearon a los clientes, montaron una red de tráfico de estupefacientes y llegaron a plantear el asesinato de un varón para atracarle en un hotel de lujo en Palma.

Otra de las chicas con las que ha podido conversar EL MUNDO justifica su implicación en la red aludiendo a su deseo por ser independiente. En el momento de los hechos sólo tenía 16 años. «Me dijo [otra tutelada] que conocía a un hombre que por humillarlo y dejarle ver tus pies pagaba», relata al explicar su encuentro con este mundo.

Con sus ganancias pagaba su ropa, teléfono móvil y eventos sociales; caprichos que coinciden con los de muchas niñas de su edad. «Conozco a otros menores en los centros que también se vieron impulsados a participar» en lo que éstas denominaron «su línea de trabajo» por estas mismas carencias. «Era común que hubiera chicas prostituyéndose en su tiempo libre», puntualiza la joven.

Dos de las menores consultadas coinciden al destacar la dureza de las normas de convivencia como otra razón por la que los menores se marchan del reformatorio. Pone como ejemplo una ocasión en la que se le prohibió salir del centro durante un fin de semana por haberle añadido sal a su comida antes de probarla. «Eran violentos a la hora de querer cambiar tu forma de ser. No se basaban en un sistema de empatía y asertividad, sino en uno de notas que psicológicamente suponía un abuso», describe.

Recientemente se ha conocido también el caso de un niño de 14 años, también tutelado, captado por la red de explotación para que realizara prácticas sadomasoquistas a un cliente.

Todas las entrevistadas consideran que la desatención y soledad también llevaban a jóvenes a fugarse de los establecimientos en los que se encontraban. Por su parte, el director del Grupo De Educadores De Calle y Trabajo Con Menor, Pau Alomar, asegura que cada centro tiene sus reglas, factor que también depende de su tipología: acogida, reforma o protección.