Si no fuera trágico resultaría cómico. Sin venir a cuento, el progresista Luis García Montero, presidente del Instituto Cervantes, encargado de enseñar el idioma español por el mundo, ha puesto como no digan dueñas al presidente de la Real Academia Española de la Lengua (RAE), Santiago Muñoz Machado, acusándole de vivir de las multinacionales. La verdad es que lo que hecho Muñoz Machado es trabajar, también para grandes empresas, como catedrático que es de derecho administrativo, y triunfar en el mercado, algo que no ha sabido hacer Montero, quien como buen progre, ha vivido principalmente, del Estado. El caso es que el uno ha vivido del dinero de los accionistas, que lo sabían, a  cambio de un servicio, mientras el otro ha vivido del erario público, del dinero de todos los contribuyentes. No contento con ello, como buen sanchista, Montero ha amenazado con cesar a Machado. Él es así.

Naturalmente, el vigente guerracivilismo español ha hecho que entre en solfa, a favor de Machado y en contra de Montero, el engreído de Arturo Pérez Reverte, quien sí ha dado en el clavo cuando acusa al Gobierno Sánchez, en concreto al canciller José Manuel Albares, de estar detrás del follón y de pretender someter a la Real Academia Española. Seguro que es cierto. 

Guerra civil vigente en España: se utiliza la verdad, exagerada, que algo tiene de verdad y algo de mentira, como arma arrojadiza contra el cráneo del adversario. 

Y entonces el Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), que se celebra en Perú, se convierte en el escenario donde los españoles, en lugar de enseñar al mudo hispano, muestras sus miserias al mundo hispano. Y el Rey Felipe VI, allá en Perú pidiendo concordia y Cooperación... aunque él sea en parte culpable del enfrentamiento civil español, al mostrarse fuerte con los débiles y débil con el fuerte, sobre todo con Pedro Sánchez.

El guerracivilismo regresó a España con la llegada a Moncloa de José Luis Rodríguez Zapatero en 2004. Pedro Sánchez no ha hecho más que seguir camino y lleva el enfrentamiento civil hasta el paroxismo. 

De la guerra civil sólo se sale o con una guerra civil abierta o con una catarsis.