La cita es de aquel cristiano atormentado, genio de la literatura, el ruso Fiódor Mijáilovich Dostoyevski, 'Dosto' para los amigos: "Si Dios no existe, todo está permitido". La respuesta, por supuesto es esta: Dios sí que existe y, encima, se ha comprometido con el hombre. Por tanto, no todo está permitido.

Veamos ahora por qué camino llega el amigo 'Dosto' a esa conclusión. Creo que su aforismo corre paralelo a este otro, tan de moda hoy en día que casi puede decirse que constituye la base de nuestros sistemas democráticos occidentales: nadie es responsable de nada. Esto es lo que se trasluce, en lo que se resume, la campaña electoral finalizada a las cero horas del sábado 27 de mayo. En la democracia española, al menos si escuchamos hablar, no sólo a Sánchez y a Yolandísima, sino también a Feijóo, nadie es responsable de nada. Todos son promesas de derechos sin llamamiento a deber alguno. Todo es alabar al pueblo, ergo, todo es demagogia. Recuerden: sin deberes no hay derechos.

Y así, nadie es responsable de nada. Y si nadie es responsable de nada, surge la impunidad, en nombre del derecho. 

Naturalmente, la víctima principal del nadie es responsable de nada, ni el pueblo tiene deber alguno es el propio pueblo: porque tan disparatada concepción social implica la ley de la selva y cuando impera la ley del más fuerte, de forma automática, emerge la tiranía para poner fin a los desafueros insufribles. Es el ciudadano quien reclama al déspota.

Y esto es muy lógico: el miedo al Gobierno puede ser terrible, pero el miedo al vecino lo es mucho más... y es entonces, insisto, cuando el hombre llama al tirano para que venga a salvarle. 

La solución es fácil: necesitamos a un Churchill -en este aspecto, en otros no, por favor- que reclame a los españoles "sangre sudor y lágrimas". Porque Dios existe y porque el hombre es sujeto de derechos, sólo en cuanto hijo de Dios, al tiempo que la libertad humana que su padre Dios le ha otorgado le obliga a una serie de deberes. 

El hombre es libre para elegir entre el bien y el mal, y ese 'derecho' se lo otorga el Creador, no la Constitución. Si elige el bien, afrontará sus responsabilidades, si elige el mal no querrá asumir deber alguno, exigirá todo tipo de derechos, y acabará degenerado perdido.

Es fácil: si nadie es responsable de nada... tampoco existe la democracia ni el Estado de Derecho. Dicho queda, en día electoral.