Por pura casualidad, un grupo de negros -no se lo van a creer pero eran subsaharianos- intentan saltar la valla que separa Melilla de Marruecos. El Ejército y la policía marroquíes les tienen hacinados en los bosques cercanos, sobreviviendo como pueden. De vez en cuando les achuchan para que se jueguen las vidas saltando la enorme verja y entren en la pérfida España.

Por pura casualidad, el mismo día, domingo 2, en el que ocurría el asalto, un puñado de negros era depositado en un islote español abandonado -Isla de Tierra-, de identidad similar al famoso del Perejil, esto es, excelente para provocar, con banderas marroquíes y marroquíes que las portaban. Los medios informativos españoles -a los que el poder político, tanto socialista como popular, ha contagiado el pánico a Marruecos- aseguraban que fueron las mafias, es decir, la mafia del Palacio Real del Rey Mohamed VI (en la imagen). En Marruecos sólo hay una mafia: la mafia de Mohamed.

Esto recuerda la famosa anécdota del Franquismo, cuando manifestantes vocingleros rodeaban la embajada inglesa en Madrid al grito de Gibraltar español. El ministro de Gobernación de Franco se puso en contacto con el embajador:

-¿Quiere usted que le envíe más policías para proteger la legación?

-No, respondió el embajador: me basta con que envíe menos falangistas.

Mohamed: deja de enviarnos falangistas.

Es curioso lo de España. Como presunta colonia colonizadora -en Ceuta y Melilla- nos arrea Marruecos y nosotros decimos que llueve. Como presunto colonizado en Gibraltar, es la potencia colonizadora británica quien nos arrea y decimos que llueve. Y lo malo es que las falsas lluvias no fertilizan las ideas.

Las dos ideas posibles no son más que la idea de la firmeza ante el peligro marroquí y la hipocresía británica. En Gibraltar está claro que hay que hacer dos cosas: cerrar la verja, incomunicar la Roca y prohibir a las firmas españolas, especialmente financieras, que utilicen el repugnante paraíso fiscal que los británicos -siempre amantes de los paraísos fiscales- han montado en la Roca.

Por su parte, Ceuta y Melilla deben ser militarizadas de inmediato. Y con tropas recién llegadas de la Península, pues ahora la participación de militares de origen marroquí entre los regulares es como tener el enemigo dentro: casi todos ellos son leales al Rey de Marruecos, no al de España. Además, la militarización constituiría la mejor forma de revitalizar la economía de las dos plazas africanas. Y por cierto, si Marruecos continúa incordiando también se puede cerrar el tráfico con Marruecos.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com