El Colegio de Médicos de Madrid ha dicho en voz alta lo que era un clamor en sordina entre la clase médica madrileña: el que el doctor Luis Montes, de Hospital de Leganés realizó al menos 43 casos de malas prácticas médicas, y eso que los 1 especialistas del Colegio de Médicos tan sólo analizaron 73 historiales médicos.

Los peritos no sólo hablan de malas prácticas médicas sino de sedaciones que, al menos en 11 casos, provocaron la muerte del paciente.

El caso del Hospital de Leganés (más conocido como Hospital de Legranés, por las sospechas de que en este centro, controlado por sindicalistas de izquierda, se provocaban abortos disfrazados de legrados) se ha convertido en uno del os principales enfrentamientos entre la oposición socialista y el Gobierno popular de Madrid presidido por Esperanza Aguirre. Los socialistas lanzaron una campaña a favor del ya conocido como Doctor Muerte, Luis Montes, sobre el que pesaba la acusación de eutanasia. El consejero Lamela cesó al doctor Montes y familiares de los fallecidos denunciaron a este facultativo ante los tribunales.

La campaña de la izquierda a favor de la eutanasia encontró en el caso Montes su instrumento ideal. De hecho, la idea generalmente aceptada es que los familiares de los fallecidos, las asociaciones de defensa del paciente así como el consejero de Sanidad, Lamela, lo tenían de color de hormiga. Sin embargo, el caso judicial ha dado un vuelco con el informe, demoledor para Montes y para el PSOE, del Colegio de Médicos de Madrid, donde, a pesar del corporativismo habitual en la clase médica, ha sido durísimo con su colega Luis Montes. De hecho, la presidenta de Avinesa, María Antonia del Moral, considera que el vuelco ha sido espectacular y que el sumario podría ampliarse, dado que en algunos de los casos se podría hablar de homicidio y no de sedación.

Sólo el líder socialista madrileño, Rafael Simancas, insiste en que todo es una manipulación política del Gobierno del PP.

En paralelo, el caso Montes ha servido para que afloren lo que siempre se ha dicho en voz queda: la presunta tendencia de algunos médicos y laboratorios, a utilizar a los pacientes terminales como conejillos de indias para la experimentación con nuevos fármacos.