No podemos consentir que se convierta en un derecho la eliminación de un ser humano. Lo decía ayer, en el CEU, José María Aznar, ex presidente del Gobierno español, en referencia al aborto.

Unas horas después, el mismo miércoles 3, el número dos de las listas del PP al Euro Parlamento, Luis de Grandes, en el debate a cinco bandas (PSOE, PP, nacionalistas moderados, independentistas e Izquierda Unida) se erigía en defensor del derecho a la vida con su apuesta por la ley socialista de 1985, la ley actual de aborto, por el que se han perpetrado 112.000 interrupciones voluntarias del embarazo el pasado año.

Oiga, y Aznar fue aplaudido en una entidad católica como en la San Pablo CEU, lo cual, seguramente, significa que mis peores sospechas son ciertas: en los actos públicos, un 100 por 100 de la gente mira, el 50% oye y el 10% escucha.

Hay que tener un rostro pétreo, coriáceo, un rostro de aleación de platino, diamantino, irrompible, para escandalizarse de que el aborto sea un crimen. Durante el lapso de Aznar en Moncloa (1996-2004) el número de abortos se multiplicó en España, al igual que ese desastre abortero llamado fecundación asistida. No cambió una coma del la ley socialista de 1985, autorizó la distribución de la píldora abortiva y, lo que es peor, de la píldora postcoital, igualmente abortiva, en idéntica proporción a los anticonceptivos hoy en el mercado.

Con toda razón, el católico pro-choice del PSOE, Ramón Jáuregui, le recordaría en el debate aludido a Luis de Grandes que, si tan a favor de la vida éstán, ¿por qué razón no suprimieron ustedes la ley cuando tuvieron mayoría absoluta en el año 2000?

Añado de mi cosecha que, ya desde antes de 1996, el señor Aznar tachaba de sus borradores de discursos cualquier alusión al derecho a la vida del no nacido, al aborto. El actual presidente del Foro de la Familia, Benigno Blanco, que redactó en aquel entonces varios de esos discursos, es testigo de ese afán censor de quien hogaño se escandaliza de que el aborto se presente como un derecho. Mire usted, señor Aznar, váyase usted al guano.

Porque el lenguaje del PP sobre el derecho a la vida necesita intérprete. Recuerden que el actual proyecto de ley de los frívolos Zapatero y Bibiana no supone, bien leído, una ampliación del aborto, sino incluso al revés, dado que condiciona más el aborto a partir de la semana 22. (Da lo mismo, seguiremos con el fraude de ley, pero...).

Si Aznar y el PP nos dijeran: señores, nos equivocamos en 1996 y en 2000, ahora estamos en la defensa de la vida, sería cuestión de aplaudir con ambas manos. Pero escuchar a Aznar y De Grandes defender con un cinismo inigualable incluso por el propio ZP, sobre el derecho a la vida, produce arcadas.

Nadie que defienda al ser humano más inocente y más indefenso, al niño concebido y no nacido, puede votar en conciencia al Partido Popular. Luis Petit Gralla pone los puntos sobre las íes. Ni al PSOE, por supuesto, pero eso ya lo sabemos todos. Partidos que se presentan en España a las elecciones del 7 de junio y defienden la vida desde su concepción hasta su muerte natural, ya lo he dicho. Son tres: Alternativa Española (AES), Familia y Vida y SAIN. Y no olvidemos que la vida es el primero de los cuatro valores no negociables.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com