Hay una escasa cultura preventiva del riesgo cardiovascular
Como es sabido, la causa número uno de defunciones tanto en España como en todos los países de nuestro entorno son las enfermedades cardiovasculares. Y los factores más relacionados con su desarrollo son el consumo de tabaco, la diabetes, la hipertensión arterial y la hipercolesterolemia.
SI bien disponemos de excelentes medicamentos para controlar cada uno de estos factores de riesgo, la baja adherencia al tratamiento por parte de muchos pacientes, y la insuficiente utilización de fármacos por parte de algunos médicos dificulta su control óptimo, lo que incrementa el riesgo de padecer una complicación cardiovascular.
Desafío al bienestar colectivo
Recientemente se ha celebrado en Valencia un congreso de la Sociedad Española de Medicina Interna que ha abordado este problema y en el que se han compartido resultados alarmantes sobre el manejo de estos factores de riesgo a nivel nacional. El Dr. José María Mostaza, jefe de la Unidad de Riesgo Vascular del servicio de Angiología y Cirugía Vascular de Olympia Quirónsalud, participante en el Congreso, señaló que “el mal control de los factores de riesgo cardiovascular reduce nuestras oportunidades para evitar un infarto, un ictus u otras complicaciones vasculares e incrementa el riesgo de muerte”.
La baja adherencia al tratamiento por parte de muchos pacientes, y la insuficiente utilización de fármacos por parte de algunos médicos, incrementa el riesgo de padecer una complicación cardiovascular.
Según recientes investigaciones, solo el 25% de los pacientes con el colesterol alto en Europa, y un segmento similar en territorio español, logra los parámetros recomendados, a pesar de la disponibilidad de tratamientos farmacológicos. Asimismo, refleja que solo el 27% de los pacientes españoles tratados bajo las directrices europeas alcanzan los objetivos deseados, por lo que permanecen en riesgo latente de desarrollar graves problemas vasculares.
Profundizando en el escenario nacional, los porcentajes que reflejan un control adecuado de los riesgos cardiovasculares son desalentadores. De acuerdo con los datos de un estudio realizado sobre 9.000 pacientes europeos, de los que 900 eran españoles, un 95% de ellos estaban recibiendo tratamiento para el colesterol y un 96% para su hipertensión, pero solo el 24% de ellos mejoraba notablemente en el manejo del colesterol y solo el 30% en lo que respecta a la presión arterial. Es decir, solo el 8% controlaba adecuadamente ambos factores.
El Dr. Mostaza asegura que la tendencia ha permanecido casi inalterable en los últimos tiempos, y ello pese a la constante ampliación de opciones terapéuticas frente a unos resultados que apenas muestran mejoras.
Educación en salud
Son varias las causas de este panorama desalentador. De una parte, una débil adhesión al tratamiento médico por parte de los pacientes, poco constantes en su seguimiento. De otra, hay poco reconocimiento por parte de la sociedad sobre la importancia de la prevención cardiovascular, lo que conduce a reacciones demasiado tardías cuando surgen las complicaciones.
En definitiva, coinciden los especialistas, existen opciones eficaces, pero se utilizan de manera insuficiente a causa de una escasa cultura preventiva y una práctica médica que aún debe incidir más en esta vertiente.
Dr. Mostaza: “El mal control de los factores de riesgo cardiovascular reduce nuestras oportunidades para evitar un infarto, un ictus u otras complicaciones vasculares
Este análisis coincide con el informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitido en septiembre del pasado año, que pronostica hasta 76 millones de fallecimientos en todo el mundo hasta 2050 y que podrían ser evitados si la hipertensión se controlara de forma más efectiva. Se trata, pues, de un problema global.
Y ello es paradójico, toda vez que los avances farmacológicos para el control del colesterol son cada vez mayores, pero, como señala el Dr. Mostaza, “las excelentes herramientas terapéuticas disponibles parecen estar subutilizadas”.
El desafío se encuentra, por tanto, no sólo en el desarrollo científico, sino en la implementación cotidiana y la educación en salud. Al aumentar la concienciación y mejorar el seguimiento médico, España podría revertir estas estadísticas preocupantes y convertirse en un referente de control cardiovascular eficaz.
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