La lactosa es el principal azúcar de la leche y derivados lácteos, ya sea de la leche de vaca como de otros animales
La leche y los derivados lácteos, como el queso o el yogur, son el grupo principal de alimentos para cubrir las necesidades de calcio y de vitamina D que necesita nuestro organismo. La lactosa es el principal azúcar de la leche y derivados lácteos, ya sea de la leche de vaca como de otros animales, que en caso de no poder absorberse bien provoca la aparición de una serie de síntomas, conocidos como ‘intolerancia a la lactosa’.
Así lo explica la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), que recuerda que cada 100 mililitros de leche hay 5 gramos de lactosa, un contenido similar en la leche entera como en la desnatada, independientemente de si es de vaca, de oveja, o de cabra.
“Cuando tomamos lactosa, ésta es degradada en el intestino gracias a una enzima o proteína del intestino llamada ‘lactasa’, que desdobla la lactosa en dos azúcares sencillos, eficazmente absorbidos en el intestino delgado: la glucosa y la galactosa. Si la producción de esta proteína es insuficiente, cuando se tome lactosa ésta no se podrá absorber en el intestino. Esta situación, conocida como malabsorción de lactosa, provoca la aparición de síntomas, que se conocen como ‘intolerancia a la lactosa”, detalla la entidad.
Es importante destacar que la intolerancia a la lactosa es un problema leve, que nunca tiene consecuencias graves para la salud
A su vez, la jefa de servicio de Medicina del Aparato Digestivo del Hospital Quirónsalud Sur (Madrid), Sonia García Vizuete, asegura que todos los mamíferos tienen lactasa cuando son lactantes, si bien advierte de que es una capacidad que se pierde al dejar de mamar. “En el ser humano resulta ventajoso poder seguir tomando leche al ser adulto, y por eso desarrollamos la capacidad de mantener la ingesta al convertirnos en ganaderos hace unos 10.000 años”, declara la especialista.
A medida que los niños reemplazan la leche por otros alimentos, su producción de lactasa disminuye, pero suele mantenerse lo suficientemente alta para que la cantidad de productos lácteos presentes en una dieta típica de adultos no provoque ningún problema, argumenta la experta en Aparato Digestivo.
Eso sí, la doctora alerta de que esta habilidad “no está presente en todas las personas por igual”, ya que casi todas las personas de raza negra, asiáticos, o nativos americanos son intolerantes en mayor o en menor medida. “Sin embargo, en países del norte de Europa la proporción es inversa, y hasta el 90% de las personas no tienen ningún problema”, apostilla.
Un problema bastante frecuente
De hecho, la experta de Quirónsalud Sur mantiene que “aproximadamente” una tercera parte de los españoles son intolerantes a la lactosa. “Es la intolerancia alimentaria más frecuente y, en realidad, deberíamos llamarla malabsorción de lactosa o déficit de lactasa. Le llamamos intolerancia porque, aunque no suele causar grandes problemas, los síntomas que produce pueden ser molestos, dado que la lactosa se tolera mal”, afirma la jefa de servicio de Medicina del Aparato Digestivo del Hospital Quirónsalud Sur (Madrid).
En concreto, subraya que la causa última del problema es que la lactosa que no puede ser fragmentada y absorbida en el intestino delgado como hemos explicado antes, se desplaza hasta el colon, donde las bacterias de la flora intestinal “se dan un festín de azúcar”, produciendo mucha fermentación, lo que provoca los síntomas de intolerancia a la lactosa.
La causa última del problema es que la lactosa que no puede ser fragmentada y absorbida en el intestino delgado
“En la intolerancia a la lactosa primaria, la producción de lactasa disminuye drásticamente, lo que hace que los productos lácteos resulten difíciles de digerir en la edad adulta. Aunque no es frecuente, también se puede tener intolerancia a la lactosa desde el nacimiento, o se puede perder transitoriamente (para luego recuperar la función normal) tras una gastroenteritis, enfermedades inflamatorias del intestino, cirugía u otros”, sostiene Sonia García Vizuete.
Síntomas de intolerancia a la lactosa
La especialista en Aparato Digestivo mantiene que los signos y síntomas de la intolerancia a la lactosa suelen comenzar entre 30 minutos y 2 horas después de comer o de beber alimentos que contienen lactosa. “Los pacientes suelen quejarse de diarrea, de gases, de hinchazón, y a veces de náuseas y de vómitos. El paciente casi siempre lo relaciona con la ingesta de productos lácteos y, sobre todo, no aparecen si el paciente no ha tomado lactosa. Ante la duda siempre hay que consultar con un especialista, y a pesar de la pandemia, puesto que los centros sanitarios son hoy seguros frente al contagio de COVID-19”, resalta.
A su juicio, es importante destacar que la intolerancia a la lactosa es un problema leve, que nunca tiene consecuencias graves para la salud, aunque sus manifestaciones puedan ser muy molestas para el paciente. Precisamente, el Hospital Quirónsalud Sur de Madrid cuenta con la certificación ‘Applus+ Protocolo Seguro frente a la COVID-19’, un sello que acredita su cumplimiento de los protocolos de desinfección más exigentes en esta pandemia.
Un apunte que también realiza la doctora es que no se debe confundir la intolerancia de la lactosa, con la intolerancia a las proteínas de leche de vaca: “Una alergia a otra parte de la leche, en este caso, a las proteínas, un problema excepcional en adultos y que sobre todo aparece en niños”.
Así, la doctora resalta que el diagnóstico de intolerancia a la lactosa se hace en principio con la historia clínica del paciente, para después confirmarse con un sencillo test de hidrógeno espirado.
En el día a día confirma que las personas que han sido diagnosticadas de intolerancia a la lactosa deben evitar tomarla, aunque dice que tampoco es peligroso si la toman, “solamente será molesto”. Cree que no hay ningún problema en tomar fármacos que contengan lactosa, ya que esa cantidad es indetectable por nuestro intestino, y completamente irrelevante a efectos prácticos. Tampoco hay problema con alimentos con "trazas" de leche; en cambio, dice que sí serían un problema para los alérgicos a la proteína de la leche.
No se debe confundir la intolerancia a la lactosa, con la intolerancia a las proteínas de leche de vaca
La experta de Quirónsalud apunta que existe una lactasa sintética para ayudar a digerir la lactosa y a tener menos síntomas cuando es inevitable tomarla, si bien defiende que la medida más eficaz es disminuir o suprimir los productos lácteos, mejor con la asesoría de un nutricionista u otro profesional preparado para evitar carencias. La leche y otros lácteos sin lactosa son una buena alternativa, pero solo es útil y necesaria para las personas que no pueden digerir la lactosa, y no ofrece ninguna ventaja a los demás, ya que ni es mejor, ni es más digestiva para el resto de las personas”, sentencia García Vizuete.
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