En muchos países estas semanas se está produciendo la vuelta al cole de millones de niños y adolescentes, pero desgraciadamente no todos podrán hacerlo. Más de 258 millones no pueden ir a la escuela porque viven en lugares en conflicto, se ven obligados a trabajar o sufren discriminación y a todos estos se suma el impacto de la pandemia del coronavirus, que impedirá que 24 millones de estudiantes vuelvan a las aulas este año, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

La educación, tristemente, es otro derecho humano incumplido. La Declaración Universal de Derechos Humanos de Naciones Unidas recoge en su artículo 26.1 que “toda persona tiene derecho a la educación”. El esfuerzo mundial para que se cumpla debería aumentar, porque “sólo cambiando la educación, se puede cambiar el mundo”, como afirma el papa Francisco. Además, conviene recordar que 773 millones de adultos y jóvenes no poseen hoy en día las competencias básicas en lectoescritura, razón por la que se sigue conmemorando el Día Internacional de la Alfabetización el 8 de septiembre de cada año desde que lo instauró Naciones Unidas en 1967.

300 colegios catalanes aplicarán la educación sexual y afectiva desde los ocho años

Hace seis meses, el coronavirus provocó que unos 1.600 millones de alumnos (el 94% del total) de más de 190 países tuvieran que dejar las aulas por el cierre de las escuelas debido a las medidas de confinamiento. A principios de agosto, unos 1.000 millones de alumnos seguían sin poder asistir a clase (60,5% del total), según la Unesco, y alrededor de 132 países aún no ha anunciado en qué fecha volverán a abrir sus escuelas, pero lo peor es que 24 millones podrían no volver este año -de esta cifra, 11,2 millones se encuentra en Asia Meridional y Occidental y en el África Subsahariana-.

Unicef señala que unos 463 millones de alumnos no han tenido acceso a la educación a distancia cuando se produjo el cierre de escuelas hace meses

Un escenario ante el que la educación digital no parece una solución. De hecho, Unicef ha señalado que unos 463 millones de alumnos no han tenido acceso a la educación a distancia cuando se produjo el cierre de las escuelas hace meses. Ahora, Entreculturas insiste en que más de la mitad de la población estudiantil del mundo no tiene ordenador en casa y más de 700 millones no tienen Internet. Estos menores y los niños y niñas, que ya vivían en situaciones de gran vulnerabilidad por diversas razones (conflictos, pobreza, falta de acceso al agua, situaciones de desplazamiento forzoso o discriminación social), han quedado descolgados de su derecho a la educación en estos meses. El cierre de escuelas agrava, por tanto, las desigualdades en educación, afectando sobre todo a los niños y jóvenes más desfavorecidos.

Un contexto ante el que no sólo se complica el cumplimiento del artículo 26.1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, también el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 4, el cual pretende garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos. Sí, los ODS también tienen buenas metas, aunque en otros puntos promuevan el aborto. Entreculturas va a lanzar la campaña ‘La Vida sin Educación no se sostiene’ para subrayar que los sistemas educativos deben construir una vuelta al cole que asegure que las desigualdades que existían antes de la crisis del coronavirus no se perpetúen o empeoren.

Con el objetivo de evitar la expansión de la pandemia, garantizando la educación y las medidas de seguridad, desde Misiones Salesianas se ha lanzado la campaña ‘Vuelta al cole sin sonrisas’. “Si no vemos las sonrisas de los niños y niñas es que hemos logrado que todos lleven mascarillas y que las escuelas sean unos espacios más seguros para el alumnado”, ha explicado el director de la organización, Eusebio Muñoz, y con motivo del Día de la Alfabetización, que en España ha coincidido en muchas autonomías con la vuelta al cole, ha subrayado el deseo de conseguir el objetivo de no dejar a ningún niño atrás.

Todo este contexto dibuja un panorama aún más gris para la educación mundial ante el que toda la comunidad internacional debería comprometerse: gobiernos, organizaciones sin ánimo de lucro, empresas y sociedad en general. ¿Cómo? De muchas maneras, pero algunas podrían ser impulsar la vuelta a las aulas de forma segura donde aún no hay fecha para ello, impulsando medios telemáticos para que también pudieran existir una educación a distancia en lugares donde lo primero no es aún posible, así como contribuir a la construcción de escuelas para mejorar el acceso de los más de 258 millones de niños y adolescentes que aún no pueden acudir, formar al profesorado, proporcionar materiales, formación para la inserción laboral, etc. Y es que la educación cambia el mundo y es garantía de futuro.