Convertir las aguas residuales en biocombustible, reto del proyecto europeo All-Gas
Entre las diversas actividades de responsabilidad social corporativa (RSC) que realizan cada vez más empresas, no faltan las relacionadas con la innovación y el medio ambiente. En este sentido, merece la pena destacar un proyecto de la Unión Europea (UE) denominado All-Gas, cuyo objetivo es convertir las aguas residuales procedentes de la actividad doméstica en biocombustible. Se trata de una iniciativa pionera, liderada por Aqualia -la división de agua del grupo FCC-, que cuenta con la participación de cinco países (España, Alemania, Reino Unido, Holanda y Austria). Desde 2011, se investiga el uso de los nutrientes contenidos en las aguas residuales para el cultivo de microalgas, las cuales serán posteriormente transformadas en biocombustible y en biomasa de gran valor como fertilizante agrícola. La inversión en el proyecto All-Gas asciende a casi 12 millones de euros, de los que la Comisión Europea proporcionará el 65% (7,8 millones). Dado el gran interés que existe al respecto, la UE ha prorrogado el tiempo del ensayo hasta 2018. La primera aplicación a escala industrial se efectúa en la estación depuradora de aguas residuales (EDAR) de El Torno, situada en Chiclana de la Frontera (Cádiz) y, de momento, los resultados no pueden ser más alentadores. El punto de partida son los residuos orgánicos contenidos en las aguas residuales, a los que el jefe del proyecto All-Gas, Zouhayr Arbib, prefiere llamar "materias primas de medio valor", lo que convierte a las depuradoras en espacios de "oportunidad", es decir, que no tienen por qué ser instalaciones que consumen importantes cantidades de energía con el único objetivo de tratar las aguas fecales. De hecho, la depuradora de El Torno consume tres veces menos energía que otras estaciones de iguales características, además de producir biomasa con valor para su posterior uso como fertilizante. El proceso comienza al someter el agua residual a un pretratamiento convencional en el que se retiran papeles o plásticos. Después, el agua pasa a seis lagunas longitudinales de 9.000 litros cada una, donde se somete a un movimiento constante para favorecer el intercambio de sustancias. "Las microalgas necesitan como nutrientes los contaminantes a eliminar de las aguas residuales, como son el nitrógeno y el fósforo", explica Arbib. Al mismo tiempo, "las bacterias del agua generan dióxido de carbono, que las microalgas usan también para nutrirse, absorbiendo el oxígeno que las algas producen en la fotosíntesis", añade. La presencia de todas estas sustancias en el agua, junto al mezclado mediante palas, la luz solar y el calor provocan el crecimiento espontáneo de la microalga (en el caso de Chiclana de la Frontera, de la especie Coelastrum SP). Gracias a un sistema de flotación por aire disuelto, la concentración de microalgas pasa de 0,5 a 50 gramos por litro. A esta concentración, las algas son sometidas a digestión anaeróbica, proceso ocurrido en ausencia de aire durante el que las bacterias rompen la pared de las microalgas y se obtiene como producto el biocombustible. El sistema es capaz de producir un gas bruto compuesto con más del 70% de biometano, si bien este gas aún no es apto para su uso en vehículos por contener compuestos indeseados (sulfhídrico y dióxido de carbono). En este punto, Aqualia vuelve a destacar por haber logrado una patente para purificar el gas en las depuradoras. Primero, el gas es sometido a un proceso de absorción, donde se elimina el 99% del sulfhídrico y después, a otro de adsorción (atracción y retención en su superficie de moléculas e iones de otro cuerpo), que ajusta la calidad del gas al objetivo del proyecto: producir gas natural comprimido para automoción. Un gas que además se puede usar para producir energía eléctrica y que permite que la depuradora de El Torno sea autosuficiente en un 98% (una depuradora normal lo es a un 35%). A la vista de lo comentado, el proyecto está resultando bastante exitoso, con una laguna de cultivo en la fase piloto de 32 metros cuadrados de extensión y con otra en la fase prototipo de 500, ahora es momento de afrontar la fase de demostración para lo que ya se están ampliando las instalaciones de El Torno. En cuanto al producto obtenido, en el segundo paso de la fase prototipo ya se genera energía capaz de mover un coche Volkswagen con un consumo de 3,5 kilos por cada 100 kilómetros. Aqualia está esperanzada en que la nueva fase vaya igual de bien, algo que también espera la UE, y hay tiempo para conseguirlo (hasta 2018). Al ampliar las lagunas y construir un nuevo digestor -contenedor donde se deposita el material a fermentar para que se produzca el gas- se prevé que la obtención de combustible sea tal que proporcione suministro a 20 vehículos de la flota de coches del Ayuntamiento de Chiclana. Mariano Tomás mariano@hispanidad.com