En Venezuela, los niveles de desnutrición de los niños menores de cinco años ya son comparables con los de los países más pobres del planeta
La dictadura comunista venezolana está sumiendo al país en una grave crisis en todos los sectores. Ya hemos hablado en muchas ocasiones de la escasez, el hambre y la inseguridad ciudadana por la delincuencia, por no hablar de la falta de libertades.
Pero todo esto hay que añadir que el país está sufriendo un grave deterioro de la educación pública: escuelas con la pintura caída albergan un alarmante déficit de profesores, por los bajos salarios y la migración, recoge Infobae.
Durante la pandemia, el Gobierno comunista ordenó clases virtuales. Pero muchos alumnos de bajos recursos quedaron prácticamente excluidos por no tener internet, ni dispositivos para conectarse. Además, en varias regiones son frecuentes los cortes eléctricos.
Tras un año cerradas, las escuelas abrieron, pero las clases particulares continúan siendo una alternativa ante una decadencia del sistema público que el Gobierno venezolano no reconoce.
El presidente-dictador Nicolás Maduro, que se ha felicitado por el manejo de la educación a distancia, ordenó a finales de junio que los planteles de profesores sean reparados por militares.
El presidente-dictador Nicolás Maduro, que se ha felicitado por el manejo de la educación a distancia, ordenó a finales de junio que los planteles de profesores sean reparados por militares
No hay un censo, porque la mayoría opera en la informalidad, pero “alrededor de un 30% de los niños en edad escolar, entre 6 y 16 años, están acudiendo” a estos centros alternativos, asegura Antonio Canova, director de la ONG Un Estado de Derecho, basado en un estudio hecho en Montalbán y la gigantesca barriada de Petare en Caracas.
Con las clases particulares, las maestras complementan el salario de unos 90 dólares que les paga el Estado, casi tres sueldos mínimos.
En algunas escuelas públicas piden colaboraciones económicas a los representantes para evitar la fuga de maestros. A veces los padres se organizan para recolectar dinero en efectivo o alimentos para el docente.
Massiel Colina, psicopedagoga de 35 años y empleada del sistema público, comenta que en uno de los preescolares donde trabajó pedían “a los papás una colaboración para dar (un total de) 20 dólares mensuales al docente”, además de su sueldo. “Ellos son conscientes de que no es suficiente para mantenerse”. Colina dejó el preescolar porque el salario seguía sin alcanzarle, trabaja en una escuela pública y entró en el negocio de las clases particulares.
El sector privado es igualmente castigado por el déficit de profesores y el alto costo de los servicios. En las últimas semanas, padres criticaban el incremento de precios de las colegiaturas para el próximo año en hasta 100%, mientras las escuelas defienden los ajustes.
Esto es el comunismo…