
JD Vance y Marco Rubio deberían alcanzar un acuerdo para las presidenciales de 2028.
Como siempre hemos comentado, y a pesar de la imagen que proyecta la progresía mediática de Donald Trump como una suerte de dictador que pretender perpetuarse en el poder saltándose la limitación de mandatos presidenciales, lo cierto es que el republicano lleva tiempo reflexionando sobre su sucesión por cuanto no podrá presentarse a un tercer mandato en 2028.
Trump siempre ha manifestado su voluntad de que el trumpismo, corriente ya hegemónica en el Partido Republicano, tenga futuro una vez ponga fin a su segundo y último mandato. Por eso, la segunda Administración Trump se caracteriza por un gran número de integrantes jóvenes con sólida preparación, que serán el futuro del partido de Lincoln.
Hace unas semanas, el relevante senador por Indiana, Jim Banks, en una cena en Washington DC organizada por el editor jefe del American Spectator, una de las revistas más prestigiosas de línea conservadora en Estados Unidos, afirmó que “JD Vance será el nominado presidencial en 2028, recuerden mis palabras”. Banks también predijo que Vance ganará las elecciones presidenciales de 2028 si logra que los republicanos sigan las directrices de “disminuir la influencia de China y reorientar el comercio global, convertirse en un partido pro-trabajadores, buscar la paz a través de la fuerza, reindustrializar Estados Unidos y sustituir el movimiento woke por el patriotismo”.
Y estas palabras han tenido nuevamente eco, precisamente a la vista de unas declaraciones efectuadas por uno de los líderes más influyentes de la segunda Administración Trump, el secretario de Estado, Marco Rubio. Rubio rechazó las especulaciones sobre una posible candidatura presidencial suya en 2028, y señaló al vicepresidente JD Vance, a quien calificó como amigo cercano y manifestó: “Creo que JD Vance sería un gran candidato presidencial en 2028 si desea presentarse”.
Preguntado precisamente por esta cuestión por el corresponsal de Fox News en la Casa Blanca Peter Doocy, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha indicado lo siguiente:
-Doocy: Este fin de semana, el secretario de Estado Rubio dijo que creía que J.D. Vance sería un gran candidato. ¿Estás de acuerdo en que el heredero aparente de MAGA es J.D. Vance?
-Trump: Bueno, creo que lo más probable, para ser justos, dado que es el vicepresidente y está haciendo un gran trabajo y probablemente sería el favorito en este momento. No obstante, creo que Marco Rubio y JD Vance podrían alcanzar algún tipo de acuerdo (en relación a las presidenciales).
Trump deja así claro que vería con buenos ojos un ticket electoral conformado por JD Vance y Marco Rubio de cara a las presidenciales de 2028. No sólo supondría que el trumpismo se consolidaría ya con una nueva generación joven al frente, sino que sería un tándem conformado por las dos principales estrellas de la segunda Administración Trump, que difícilmente podría ser vencido por la formación demócrata, sin banquillo y como contamos en nuestra crónica de la semana pasada, en el peor momento de valoración del partido en la historia reciente.
Por otro lado, de apoyar Rubio a Vance, dado que el primero perfectamente podría tener legítimas aspiraciones presidenciales, supondría que, una vez más, el célebre político hispano pone por delante sus principios a la asunción de cargos.
Ciertamente Rubio es una de las figuras más importantes del siglo XXI del Partido Republicano, y cuenta con un sentido de Estado y de partido poco habitual en nuestros días. Tras ser derrotado en las primarias presidenciales republicanas de 2016 por Donald Trump, con quien mantuvo entonces una amarga relación, lejos de dejarse guiar por sus inquinas personales, siempre puso por delante sus principios, y se convirtió en un aliado clave de Trump en su primer mandato, para lograr que la agenda trumpista pudiera ver la luz en la Cámara Alta, dado que Rubio era uno de los senadores con más prestigio de la formación conservadora.
Trump escuchó siempre su consejo particularmente en materia de valores cristianos y en política exterior, sobre todo en relación con el mundo hispano, hasta el punto que se consideraba a Rubio como el secretario de Estado de facto para Hispanoamérica. Tras salir de la Casa Blanca Donald Trump, fue uno de los líderes republicanos que más le defendió ante la cacería política, judicial y mediática que sufrió, en un momento donde muchos renegaron de él. Y tras el regreso a la Casa Blanca para el segundo mandato, Trump le confió la cartera más relevante de su Administración, la secretaría de Estado, convirtiéndose no sólo en el primer hispano en ostentar la jefatura de la diplomacia estadounidense, sino también en el hispano en alcanzar el puesto más relevante en la historia de Estados Unidos.












