El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), con sede en Estrasburgo, se encontraba estudiando el caso de un intersexual nacido en 1951 con una "vagina rudimentaria" y un "micropene", en su partida de nacimiento y en sus papeles oficiales figuraba que tenía "sexo masculino". Cuando creció "no producía hormona sexual, ni masculina ni femenina", según la información de los médicos que se han presentado al tribunal. 

Al cumplir 42 años se casó y adoptó junto con su mujer un niño, pero reconoce que nunca "se ha considerado otra cosa que intersexual" y que se ha visto "obligado a ocultar su realidad fisiológica a sus conciudadanos y a vivir tras una identidad supuesta", sufre "tener que fingir ser un hombre", según el escrito del psiquiatra. 

En 2015 un Tribunal de su ciudad de residencia, Tours, falló a su favor, pero la sentencia fue anulada en apelación y ratificada en 2017 por la Corte de Casación, la máxima autoridad judicial de Francia, que se negó a crear "una nueva categoría sexual". 

El demandante recurrió la sentencia ante el TEDH, que ha rechazado su pretensión y ha señalado que Francia "no ha incumplido su obligación positiva de garantizar al demandante el respeto efectivo de su vida privada". 

El Tribunal sí ha reconocido que la discrepancia entre la identidad biológica del demandante y la identidad legal que se le asignó le causara "sufrimiento y ansiedad", pero deja y reconoce a los Estados plena libertad para no crear un género neutro o binario, y mantener el femenino y el masculino. 

Estrasburgo falla así sin carga ideológica, ciñéndose a un fallo estrictamente técnico, que la creación de ese "sexo neutro" tendría "profundas repercusiones en las normas del derecho francés" y conllevaría "numerosos cambios legislativos", al tiempo que reconoce que "se trata de una cuestión social", por lo que deja en manos de los países que se vean en esta situación "a qué ritmo y en qué medida deben atenderse las solicitudes de las personas intersexuales".