Lula da Silva, ha sido abucheado por los diputados de Chega (Basta) el partido calificado por los socialistas como de ultraderecha. 

Le llamaron 'corrupto'. A ver, el actual presidente de Brasil, fue condenado a 12 años de cárcel en dos casos (tenía otros pendientes). El uno relacionado con un apartamento 'tríplex' en el balneario de Guarujá, en el estado de Sao Paulo y el otro con una casa de campo en la localidad de Atibaia. El líder del Partido de los Trabajadores (PT) fue declarado culpable por los delitos de corrupción pasiva y lavado de dinero, pero, en 2021, cuando había pasado en prisión 18 meses, el Supremo Tribunal Federal (STF) decidió que no se habían respetado sus derechos y, sin entrar en el fondo de la cuestión, por un defecto de forma, le exoneró. Se presentó a las elecciones y fue reelegido presidente.

Pero, al parecer, los hay que recuerdan por qué fue encarcelado y por qué fue liberado.  

Esta es la historia de un hombre que, nada más llegar al Gobierno, ha encausado a su adversario, Jair Bolsonaro, al que ganó, por la mínima, en las urnas. 

Por lo demás, Lula, que viaja en estos momentos hacia España, se ha alineado con el tirano chino Xi Jinping y ha roto el bloque occidental, en especial Hispanoamérica, hoy convertido en un conjunto de semidictadura especialmente sectarias. No asistió a la Cumbre Iberoamericana, un feo a sus países hermanos y a España, y su regreso ha servido para que muestre una prepotencia sin par... con la excepción de la modestia mostrada ante el tirano más poderoso del mundo, el chino Xi Jinping.

Una actitud que resulta más peligrosa que la corrupción.