Dos años después de la explosión del puerto, los cristianos de Beirut no pierden la fe: "Lo que tenemos no nos alcanza para nada, aun así damos gracias a Dios"

Este 4 de agosto se cumplen dos años de la explosión del puerto de Beirut. Desde entonces, los cristianos de Líbano tienen la esperanza de un futuro mejor a pesar de estar asolados por la pobreza.

El estallido en el puerto provocado por nitrato de amonio mal almacenado dejó más de 200 muertos, miles de heridos y destruyó grandes zonas de la capital. En este momento, el Líbano es un país inmerso en la peor crisis económica de su historia, marcada por apagones, inflación descontrolada y un desánimo generalizado, explica Swissinfo.

La explosión del puerto fue la última de una serie de tragedias que azotaron al Líbano. Solo un par de años atrás, una crisis financiera había hecho desplomar la libra libanesa, perdiendo veinte veces su valor en relación con el dólar. Todo esto se vio agravado por la pandemia del Covid-19, recuerda la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).

La situación económica, agravada por las restricciones y confinamientos por el Covid-19 en los últimos años, ha tenido efectos negativos también en la estructura familiar.

Pero gracias a los proyectos de la Iglesia financiados por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), las cosas están un poco mejor.

Gracias a los proyectos de la Iglesia financiados por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), las cosas están un poco mejor

Una de esas libanesas cristianas ayudadas por ACN es Georgette: “Normalmente, hubiera estado haciendo la siesta a esa hora, pero estaba hablando por teléfono cuando escuché la primera explosión, que fue lo suficientemente fuerte como para mover algunos objetos”, dice Georgette. Luego, vino la segunda que rompió los vidrios de las ventanas de su casa y la mandó volando por la habitación, con lo cual se rompió todos los dientes inferiores. “Comencé a rezar. Pensé que podía ser un terremoto y que iba a morir”, explica al grupo de representantes de las oficinas nacionales de ACN, quienes estuvieron visitando los proyectos en este país apoyados por la fundación.

“En esta situación sólo me dan ganas de llorar”, dice Georgette. “Lo que tenemos no nos alcanza para nada, aun así damos gracias a Dios”, añade.

A pesar de todo, no pierde la esperanza. “Soy fuerte -dice- incluso cuando me enfermo, no me detengo a descansar, me mantengo de pie. No quiero mostrar debilidad y siempre soy optimista. Sin esperanza, no hay vida. Algún día las cosas estarán mejor”.

Georgette es solo una de los muchos cristianos que se han empobrecido en Líbano. A través de los proyectos financiados por Ayuda a la Iglesia Necesitada, muchas personas actualmente reciben apoyo regular. La fundación ha estado apoyando en el Líbano durante décadas, pero ha aumentado significativamente la financiación de proyectos a partir de la crisis.