Brama España contra la corrupción y sus bramidos tiene un eco revolucionario, esa atmósfera en la que cualquier cosa puede pasar, incluido un estallido de violencia. Vivimos entre una una izquierda que se niega a abandonar ni un gramo de poder, ni un solo cargo, ni un solo sueldo, y una derecha pepera que juega en el mismo terreno que el Sanchismo: olvidados sus principios cristianos y blandiendo como bandera una eficacia en el manejo de las cuentas públicas que su líder, Núñez Feijóo, aún no ha demostrado.

De hecho, el panorama político español se compone de un partido progre de izquierdas frente a un partido progre de derechas. Pero todo es progresismo y el progresismo ya saben lo poco que significa: abajo los curas y arriba las faldas.

El panorama político español se compone de un partido progre de izquierdas frente a un partido progre de derechas. Pero todo es progresismo y el progresismo ya saben lo poco que significa: abajo los curas y arriba las faldas

La alternativa a este imperio progre debería ser Vox, un partido que presenta una alternativa basada en principios cristianos y que, incluso, en un momento dado, antes de la marcha de Iván Espinosa de los Monteros y Rubén Manso, poseía una alternativa económica liberal.

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Lo primero que hay que decir es que Vox no pinta mucho, y cada día pinta menos, en el panorama político actual. Hablas con su desvaída gente y tal parece que Vox camina, quiere caminar, a ser un partidito-bisagra, con 20 diputados. Santiago Abascal parece conformarse con eso y, los tiempos pre-revolucionarios en los que vivimos, este vasco parece haber olvidado los valores cristianos de Vox, que constituyen el verdadero atractivo del partido incluso para quienes no se saben cristianos.

Entiéndase: Vox se está diluyendo, no por los ataques del PP o de la prensa, sino por su propia inacción. Por ejemplo, ya no habla del derecho a la vida, cuando es el único partido que, supuestamente, cree en el derecho a la vida de la persona desde la concepción hasta la muerte natural.

Vox tampoco parece creer ya, al menos ni lo menciona, en el cheque escolar, verdadera clave de la libertad de enseñanza, siendo el único partido que lo llevaba en su programa. Tampoco se plantea una alternativa económica liberal, no capitalista, que defienda la propiedad privada.

Vox se está diluyendo, no por los ataques del PP o de la prensa, sino por su propia inacción. Ya no habla del derecho a la vida, o del cheque escolar, ni plantea una alternativa económica un poquito liberal

No es que le impidan ser alternativa, es que el propio Vox ha renunciado a ser alternativa de poder. Y claro, de 52 diputados ha pasado a 23 y no parece que remonte. Pues recuerda, Abascal: los partidos bisagra acaban por no ser ni bisagras.

Para reaccionar, Abascal tiene que recuperar sus principios cristianos y, al mismo tiempo, preocuparse un poco más por la economía, que no es lo más importante pero es muy importante. Y en un mundo socializado, la alternativa correcta es la liberal, defensora de la propiedad privada, que no la capitalista, defensora de los mercados y de la empresa privada.

Pero, por el momento, Abascal no opta ni por lo uno ni por lo otro ni por los dos. Ha optado por el "dolce far niente". ¡Despierta Abascal! Y que el alma cristiana arrincone, de una vez por todas, al alma azul de Vox.