Carlos Puigdemont y su abogado pertinaz, Gonzalo Boye
En su lamentable respuesta a Núñez Feijóo, la ministra de Educación en funciones, Pilar Alegría, quien se ha vuelto muy maleducada, volvía a exhibir el argumento de que gracias a Sánchez las cosas han mejorado en Cataluña y el enfrentamiento se ha convertido en convivencia... gracias a Don Pedro.
El nacionalismo catalán vuelve a ser clave en la gobernación de España. La palabra onomástica es la ciencia que estudia los nombres propios. Ahora se utiliza para referirse al cumpleaños de las personas pero tradicionalmente se refería al santo de una persona. Como era costumbre bautizar a la niños con el santo del día, resultó que se unían santo y cumpleaños en no pocas ocasiones, Así, a día de hoy, resulta correcto emplear el término onomástica tanto para santo como para cumpleaños.
Otro 11 de septiembre mentiroso: los indepes bramarán contra Sánchez... hasta el día 12. Y a final de septiembre pactarán con él. En Cataluña, todos los políticos y la mitad de los ciudadanos temen que les encasillen como traidores a la autodeterminación
Son los catalanes los que más felicitan a sus vecinos el día de su santo. Dicho de otra forma, los catalanes son la gente más tradicional de España y era un pueblo fervorosamente católico... aunque su aparataje político actual muestre lo contrario.
La clase política catalana es tremendamente floja pero muy activa. Digo esto porque el suflé independentista catalán no ha descendido en exceso con Sánchez en Moncloa. Mejor dicho; el suflé empezó por arriba, y entonces no resultaba preocupante. Era una cuestión de élites y laséelites nunca cambian la realidad aunque pueden incordiar bastante a la generalidad.
El problema llegó cuando la locura separatista cuajó en parte de la población catalana y ahora nos encontramos con el siguiente panorama: los Puigdemont, Junqueras y compañía persisten en su locura pero sólo por exigencias del guion, porque ahora saben cuál es el coste. Lo malo es que la mayoría del pueblo indepe no lo sabe y continúa en su quimera. Si realmente quisieran la independencia de Cataluña, votarían contra Sánchez y dejarían a España sin gobierno el mayor tiempo posible.
Ejemplo: el pasado 23 de abril, festividad de San Jordi, en el barcelonés Paseo de Gracia, ocurrió algo que refleja mejor que nada lo que está ocurriendo en la Cataluña de 2023. Una señora se le aproxima al presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, y le pregunta: ¿puedo hablar con usted? Solícito ante el votante, don Pere asegura que sí, hasta le anima a hablar. A partir de ahí, la doña le suelta una diatriba sobre lo abochornada que está con ERC, que ha vendido Cataluña al PSOE en lugar de luchar por la independencia. Don Pere se marchó de allí con las orejas gachas.
Al igual que Europa, al igual que España, Cataluña sólo tiene una solución: recristianizarse. Y ni Sánchez, ni Feijóo, ni Puigdemont pueden ofrecérselo
Para entendernos: Sánchez no ha arreglado el problema catalán, lo ha invernado. Y resulta que, ahora, el minoritario partido Junts, dirigido por el enloquecido 'Puchi', vuelve a ser fundamental. Pero, ¿saben qué? Esto no salvará a los catalanes. Quizás, tan sólo salve a 'Puchi'.
Así que nos encontramos ante otro 11 de septiembre mentiroso: los indepes bramarán contra Sánchez... hasta el día 12, ni una hora más. Es el paripé indepe-socialista.
En Cataluña, todos los políticos y la mitad de los ciudadanos temen que les encasillen como traidores a la autodeterminación, así que antes de hacer presidente a Sánchez deben bramar contra él... para luego entregarse a él. Saben que Sánchez y Feijóo son el anverso y reverso de una misma moneda: dos progres sin principios y con mucha ambición. Pero necesitan a Sánchez, y huyen de Feijóo porque éste es prisionero de su historia y se da pabilo al nacionalismo catalán dejará de ser presidente del PP. Y no nos engañemos: Sánchez no ha arreglado el problema catalán, lo ha invernado.
Al igual que Europa, al igual que España, Cataluña sólo tiene una solución, que no es ni Sánchez, ni Feijóo ni 'Puchi': consiste en recristianizarse. Y ni Sánchez, ni Feijóo, ni Puigdemont pueden ofrecérsela. De hecho, lo más grave que ha ocurrido en el procés catalán es que los catalanes han expulsado a Cristo de su vida social y mucho me temo que familiar, para cambiarlo por la autodeterminación, hasta convertir el separatismo en la razón de su vida, en una auténtica religión.
No lo duden, estamos ante un paripé: tanto Junts (Puigdemont), como Rufián (ERC), como Bildu (Otegui) y como el PNV (Ortuzar), convertirán a Sánchez en presidente, aunque haya perdido las elecciones. Saben que Sánchez es un tipo sin principios y sin escrúpulos, capaz de darles lo que pidan con tal de que le mantengan en La Moncloa, que es un sitio que le mola mucho.