Toda familia es una sagrada familia, porque del compromiso de varón y mujer y de su sacrificio para engendrar, gestar, alumbrar, criar y, en general, amar a sus hijos, depende el planeta y cuanto contiene, la humanidad, sin ir más lejos… que es más importante que el puñetero planeta.

Valga este exordio para poner en razón la nueva tontuna anunciada el miércoles 14 -a lo mejor por ser la Fiesta Nacional de Francia, que los navarros son un poco afrancesados- por la ministra podemita Ione Belarra: aumentar el tiempo de libranza laboral de padres y madres de cuatro a seis meses. En exquisita igualdad para ellos y ellas.

Pues mire usted, ‘señá’ Belarra, resulta que la igualdad de los desiguales es otra desigualdad, ergo, una injusticia: a la hora de tener hijos, la madre siempre hace mucho más que el padre. Y debe ser compensada por ello. Igualar los permisos de maternidad y paternidad no resulta una medida feminista sino, en tal caso, machista, dado que, en cuestión de maternidad, siempre la mujer pone mucho más que el hombre, de grado o por fuerza. El padre puede ayudar pero sólo eso: ayudar: no puede engendrar, ni puede dar la lactancia, ni puede igualar la relación entre el nonato y el bebé con su madre, al menos durante la gestación y el primer año de vida. Ni de lejos.

A estos comunistas les encanta ser solidarios con el dinero de los demás: sea del contribuyente o del emprendedor

Ojo, y la mujer debe ser recompensada por ese esfuerzo extra al que le obliga la naturaleza. Durante la gestación, parto, alumbramiento y primer año de vida, la maternidad resulta mucho más importante y sacrificada que la paternidad. 

También por eso, hablar de derecho de crianza resulta una coña. De lo que hay que hablar es de salario maternal para compensar ese sobreesfuerzo femenino. Grandioso, sin duda, pero sacrificado y esforzado.

En términos económicos, tengan en cuenta que la mujer suele ser madre cuando inicia su carrera laboral. La maternidad sí implica una marginación laboral en la lucha con el varón por asentarse en el campo laboral. Por decirlo así, la maternidad le hace perder un tiempo precioso a la mujer respecto al varón en su currículo. Por eso hay tantas mujeres ambiciosas -no, Ione ser ambicioso no es un derecho humano- y tantas egoístas que prefieren no tener hijos, o retrasar la maternidad y acabar teniendo uno, máximo dos hijos. Y su egoísmo no cambiará por ampliar de cuatro a seis meses el permiso de paternidad… recientemente ampliado a cuatro. Siempre estará marginada -marginación natural- respecto al varón por la espléndida marginación que supone la maternidad.

Ministra: la igualdad de los desiguales es otra desigualdad. Afortunadamente, nada más distinto a un varón que una mujer, y viceversa.

A cambio. eso sí, la experiencia vital. única y formidable, de la maternidad. Pero sí que existe marginación laboral y, por tanto, es de justicia que la mujer, que ofrece a la sociedad aquello que la sociedad más necesita -futuros contribuyentes- reciba una compensación, a la que llamamos salario maternal, por ello. Compensación respecto al varón que asciende más en la escala profesional por incomparecencia, no de la mujer, sino de la madre.

¿Ayudas públicas a la crianza? Será salario maternal. Los seres humanos no sólo crían a sus cachorros: les aman y educan

Ahora vamos con lo segundo: ¿quién paga la fiesta? A estos comunistas les encanta ser solidarios con el dinero de los demás: sea del contribuyente o del emprendedor, sea sajándonos a impuestos o sea poniéndoselo cargas imposibles a los empresarios, que es el que crea puestos de trabajo supuestamente rentables. Como Belarra no ha creado en su vida un solo puesto de trabajo no es consciente de lo que supone para la empresa seis meses -o cuatro- de libranza por cada hijo.

Para ocultar este pequeño detalle, y por envidia hacia Isabel Díaz Ayuso, quien ha propuesto una salario maternal de 500 euros por hijo (ojo, sólo durante dos años, al parecer cuando el niño cumple esa edad deja de comer y de exigir, vistos, cuidados, etc, pero algo es algo, es… salario maternal) la comunista Belarra propone ayudas publicas a la crianza. Desde luego aplaudo todo salario maternal, pero no sólo hasta los dos años, sino hasta que el niño abandone el hogar, como sucede, por ejemplo, en Alemania. Eso no es salario de crianza, es salario para la educación y es compensación a la mujer por el tiempo que ‘pierde’ cuidando a sus hijos frente a sus compañeros varones.

Lo anunciado por doña Ione el pasado miércoles 14 supone otra medida podemita, medida que siempre tiene dos condiciones: desnaturalizar a la sociedad -en este caso a la familia-, igualando a los desiguales, y mostrarse extraordinariamente solidarios… con el dinero de los demás. Es decir, se trata de medidas injustas y de mucha, mucha caradura.

Naturalmente, el empresario rapaz -no he calculado el porcentaje de empresarios rapaces sobre el total pero calculo que puede resultar elevado- continuará considerando a la mujer un trabajador peligroso porque le puede dar por tener hijos. Y el empresario no cree, no es tonto, en la pregonada igualdad de responsabilidades de varón y mujer a la hora de procrear. Lo de la igualdad feminista sólo se lo creen los idiotas. Perdón, y las idiotas.

El problema de fondo siempre es el mismo: el feminismo aborrece de dos aspectos clave en la feminidad la virginidad y la maternidad. Por eso el feminismo resulta tan poco femenino.