El ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska asiste hoy en Madrid al acto de entrega de los premios de la Fundación Víctimas del Terrorismo, la entidad 'amiga' del Gobierno.

No hay más que escuchar, por ejemplo, lo que dice la presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, Maite Araluce (entidad no amiga del Gobierno), cada vez que tiene ocasión: "Mientras existan atentados sin esclarecer, cada vez más asesinos en la calle sin haber cumplido íntegramente sus condenas, homenajes a terroristas y discursos que blanquean", seguirán "exigiendo y contando la verdad de lo que pasó". "Las víctimas no pedimos privilegios, pedimos verdad, memoria, dignidad y justicia" y también "que no se confunda el perdón personal, que es libre y pertenece a cada una de las víctimas, con la obligación del cumplimiento de la Ley".

Y es que siguen existiendo cientos de asesinatos ETA (más de 300) sin resolver y por tanto mucho sufrimiento por parte de las víctimas.

Y por eso, a las víctimas del terrorismo les siguen doliendo declaraciones recientes, como la del etarra Josu Ternera, tras enterarse de que el juez Santiago Pedraz (de la Audiencia Nacional) emitía una orden de búsqueda, detención e ingreso en prisión contra él por la financiación de ETA a través de las herriko tabernas.

El etarra (74 años) fue detenido en Francia en mayo de 2019, tras 17 años de búsqueda, país que tiene previsto juzgarle en abril de 2026. Y por eso rechazó la petición de entrega de la Audiencia Nacional española. 

Pero Josu ternera reaccionó reprochando al juez español que utilice la cooperación europea como "una maquinaria opresiva" y considerando su petición como una medida "no ajustada a Derecho". 

Y este es el contexto de la reunión de ayer en Waterloo de dos enemigos de España: Arnaldo Otegui, líder de EH Bildu, la coalición en la que se integran los herederos de Batasuna, brazo político de ETA y que nunca ha condenado los asesinatos de la banda terrorista, una banda criminal que tampoco ha ayudado a esclarecer los asesinatos de ETA que quedan sin resolver; y el fugitivo de la justicia española, Carlos Puigdemont.

Es decir, una reunión entre un revolucionario comunista batasuno y un representante de la burguesía catalana. Pero, insistimos. ¿Qué tienen en común? Su odio a España. No es de extrañar que estén ya pergeñando pactos de cara al post-sanchismo, para perjudicar a España lo más que puedan...