El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, quiere dejar claro que él se uniría a Pedro Sánchez antes que a Santiago Abascal, vamos, que prefiere al PSOE antes que a Vox.
Otra cosa es que Sánchez acepte pero esa es otra cuestión. Ahora estamos en el terreno de los deseos, mundo onírico y puñetero donde los haya. En buena lógica tiene toda la razón... a ver si nos caemos del guindo de una vez.
En primer lugar, en España existe una socialdemocracia de izquierdas (PSOE) y otra socialdemocracia de derechas (PP). El PSOE es cristófobo, el mismo nombre de Dios les repugna. Sánchez se confiesa ateo y su política va directamente encaminada a destruir, no a la Iglesia, que una buena parte de ella coincide con sus fines, sino al Cuerpo Místico de Cristo.
Hoy, el único partido parlamentario al que puede votar un católico es a Vox... oiga, y sin excesivo entusiasmo, que en muchas cuestiones anda más perdido que un pulpo en un garaje
El PP es simplemente agnóstico, es decir, ignorante, con un desprecio por todo el cristianismo al que considera una desgraciada cuestión con la que hay que contar si uno quiere accede al poder en España.
En Génova, gustosos prescindirían de la religión pero, por ahora, no pueden hacerlo así, de sopetón. Para un pepero, un creyente es alguien a quien ningunear, quizás con una sonrisa piadosa.
Y ambos son socialdemócratas. Ambos creen en el poder del Estado y, lo que es más importante, en la eficacia de lo grande aunque aplaste, que siempre aplasta, a lo pequeño. Creen, por ejemplo, en la perfección de la empresa grande sobre la pyme.
El PSOE es cristófobo, el PP es cristianófobo. Un católico coherente no puede votar a ninguno de los dos. Un católico no puede elegir entre Sanchez y Feijóo, sino que debe hacerlo entre Cristo y cristofobia, entre Cristo y cristianofobia.
En puridad, un católico no puede votar al PSOE pero tampoco al PP, sin incurrir en una incoherencia plena.
Por otra parte, a día de hoy, el único partido parlamentario al que puede votar un católico es a Vox... oiga, y sin excesivo entusiasmo, que en muchas cuestiones anda más perdido que un pulpo en un garaje. Les gusta más hablar de inmigración, donde hablan bien, que de aborto, del que hablan poco. En economía, aún están lejos de apoyar con claridad a la propiedad privada pequeña. Y les queda un largo trecho para alcanzar la opción de la meritocracia plena. Defienden sin respetos humanos su condición de españoles, eso está muy bien, pero tienen demasiados respetos humanos a la hora de defender su condición de cristianos.
En todo caso, que Feijóo prefiera a Sánchez a Abascal resulta asombroso pero no sorprendente. Por eso mismo, un católico no puede votar al PP. Debe elegir entre Cristo y los anticristos.










