Velaba yo mis primeras armas periodísticas -es decir que estaba aún más despistado que ahora, casi cuarenta años después- allá por 1982, cuando me enviaron a entrevistar, para una radio local, en concreto Radio 80 Zaragoza, a don José Joaquín Sancho Dronda, entonces presidente de la poderosa Cazar, la caja de ahorros aragonesa. Naturalmente, como no tenía ni idea, opté por esas preguntas largas, marmóreas que tanto agradan al entrevistado. Le pedí que me definiera, en una sola palabra la situación de la economía española. Y me hizo caso, pronunció una sola palabra:

-Atonía.

A partir de ahí ya no supe qué preguntar.

Pero tenía razón, la palabra era esa, atonía, exactamente lo mismo que sucede hoy, cuarenta años después.

No es que el Gobierno Sánchez tenga malas ideas en economía: no las tiene ni malas ni buenas: no tiene ninguna.

La economía española está paralizada, las empresas no abordan plan alguno porque tienen miedo a un gobierno desnortado regido por un hombre que tan sólo se mira al espejo para repetir aquello de “mecachis, qué guapo soy”.

Ceder ante comunistas y separatistas proletarios y burgueses, ante los otros miembros del Frente Popular, nos lleva hacia la III República, es decir, al enfrentamiento civil

En política sucede algo parecido. Pedro Sánchez se ha metido en un callejón sin salida: lo único que puede hacer es ceder ante Podemos, ERC y PNV. Ha roto puentes con el PP y ahora el PP se aprovecha de los puentes rotos para acceder a La Moncloa. Eso dicen a las encuestas.

Y ceder ante comunistas y separatistas, proletarios y burgueses, ante los otros miembros del Frente Popular, nos lleva hacia la III República, es decir, al enfrentamiento civil.

El problema de Sánchez es que no sabe cómo salir de ese callejón sin salida… sin perder el sillón presidencial.

La derecha también está dividida: Vox no debiera amenazar al PP por la abstención del cobardica de Juan Jesús Vivas en Ceuta. El órdago sólo debe servir para forzar a Pablo Casado a no violentar los principios cristianos. Si quiere la Presidencia, que se la gane apoyando la vida, la familia natural, a la Iglesia, la libertad de enseñanza, etc, no defendiendo el honor de Santiago Abascal… por mucha razón que tenga en esa defensa. Insisto: el alma cristiana de Vox debe primar sobre su alma nacionalista.