Quedan pocos días para que dé comienzo la Semana Santa, y como ya es más que habitual, se inaugura el tiempo de blasfemia. Porque sí, el molestar a los católicos es deporte nacional y más cuando se acerca una festividad importante para la Iglesia. Los cristianos estamos más que acostumbrados: series, anuncios publicitarios, 'bromas'... cualquier excusa es buena, pero la novedad este 2024 llega cuando la blasfemia parte desde el propio seno católico. 

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Si usted no vive encerrado en una cueva ya habrá visto y oído las noticias que corren acerca del cartel de la Semana Santa de Sevilla, una imagen realizada por el pintor sevillano Salustino García, y bastante feo por cierto. Cartel aprobado y permitido por el Arzobispo de la capital andaluza, Monseñor José Ángel Saiz Meneses, nombrado por el Papa Francisco en 2021, y el cual no se ha pronunciado por la polémica. 

Al señor Salustino García le pareció una fantástica idea usar a su hijo Horacio como modelo, para dar al mundo una imagen de un Cristo "dulce y tierno". Justo lo que conmemoramos y vivimos los católicos en la Semana de Pasión. 

Me parece que ya hemos dicho que el cuadro nos parece feo, quizás a una servidora le falta sensibilidad artística, es más, podemos observar 'el arte del artista' en muchas de sus otras obras.

Pero el debate se está centrando en el arte y en la poca ropa de la imagen, cuando esto no es cuestión de arte, y ya saben que quien centra el debate, gana el debate. 

Que quede claro: da igual si en la imagen se usa más o menos vestimenta, Salustino no es el primero, ni será el último, que muestra a Cristo prácticamente desnudo.

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Aquí estamos ante la blasfemia contra el Espíritu Santo. Esto de artístico e inocente no tiene nada. El carácter obsceno de la obra viene por la cara y el gesto, la falta de ropa es casi lo de menos. Lo de más es el salto adelante que supone: ya no se trata de ridiculizar La Pasión de Cristo, cuyas llagas en la obra parecen simples cortes provocados por un folio, ya no se trata de negar a Dios, sino de adorar a la bestia. En este caso, sexualizando la Semana Santa y la imagen de Cristo, convirtiéndolo en pornográfico. 

Este cuadro es artísticamente opinable, pero ante todo supone una blasfemia.

Supone la degeneración de la Semana Santa, en Sevilla y en toda España, me temo. La Semana Santa no es turismo, no son pasos, no son tronos, tambores, ni bandas, todo ello acompaña la tradición, pero no es la pieza central. 

Por supuesto, también hay críticas favorables, alabanzas, casualmente de todos aquellos que se han pasado la vida poniendo en duda la existencia de Cristo, los mismos que ahora defienden a capa y espada la obra, con qué cosas te sorprende la vida.

Pero lo peor es que los católicos permitamos la blasfemia, la única violencia que el hombre puede ejercer contra Dios manoseando su nombre…En más de una ocasión hemos recomendado releer 'La esfera y la cruz', novela a la orden del día pero escrita hace 100 años por Chesterton. Dos protagonistas, uno devoto de la Virgen y otro que niega todos los dogmas de la Iglesia, tras un duelo, el autor salva a ambos, pero algo queda claro: a Dios le ofende menos el odio de los extraños que la indiferencia de los propios. 

Para acabar, volvemos a citar a Chesterton, que ya saben que somo habituales en Hispanidad: tenemos un Dios que sabe cómo salir del sepulcro. ¿Lo mínimo? no manosear su nombre y defenderle cuando agentes externos vienen a perturbar su nombre.

Y ojo porque estamos llegando al siguiente paso en esta historia: la libertad de expresión. Con la inversión de valores en la que vivimos, encima, si cuestionas la sexualidad de la obra, estás cometiendo homofobia. Es decir, como católico no te atrevas a cuestionar el cartel, que representará tú Semana Santa, porque claro, es la libertad de expresión y artística del autor, y tú católico eres un peligroso homófobo incapaz de valorar el arte. 

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