La vicepresidenta primera del Gobierno reunió semanas atrás a los máximos responsables de las fundaciones bancarias. Estamos hablando de los propietarios de bancos tan importantes como Caixabank, Unicaja, Kutxabank, Ibercaja, etc. Entidades sin ánimo de lucro, sí, pero claves en el sector bancario español.  

Una reunión lógica de derecho pero no de hecho, porque lo cierto es que las fundaciones, todo tipo de fundaciones, dependen de la Vicepresidencia económica, pero lo cierto es que las fundaciones bancarias nunca habían sido convocadas por Calviño.

Nadia Calviño quiere volver a Bruselas. El fracaso de su política económica será visible en cuanto Europa vuelva a exigir disciplina fiscal

Por tanto, la expectación ante la convocatoria era enorme y coincidía con una resurrección del rumor político que recorre España desde que los nacionalismos se han convertido en la clave para la subsistencia de Sánchez en el poder: los regionalistas, nacionalistas e independentistas quieren que las competencias sobre fundaciones se trasfieran a las comunidades autónomas. Mismamente, se trata de una de las habituales reclamaciones de ERC.  

Pues bien, el asombro de los presentes, insisto, máximos dirigentes de las fundaciones bancarias ante el máximo dirigente de la política económica, fue cuando doña Nadia les preguntó, para romper el hielo, aquello de '¿qué tal vais de género?'. Sí, de 'gender', sí, Calviño quería saber si en los patronatos de estos organismos se cumple la paridad de género, entre hombres y mujeres. Eso es lo que más preocupaba a la vicepresidenta sobre unas entidades de la que depende buena parte del sistema bancario español.

Cada día son más los altos cargos del Sanchismo convencidos de que Sánchez tiene fecha de caducidad

Al final, los asistentes todavía se preguntan para qué sirvió la convocatoria, aparte de para nada. Pero sí que supuso un buen termómetro, un buen reflejo de lo que está ocurriendo en el Ejecutivo, al menos en su apartado económico. Algunos de sus primeros espadas están convencidos de que la legislatura está agotada y ahora dedican su tiempo a defender lo ya hecho y no a plantear el futuro. Bueno, ya a buscar trabajo para cuando dejen el cargo.  

En plata, Nadia Calviño ya prepara su vuelta a Europa porque no tiene mucha confianza en que Sánchez gane las próximas elecciones ni en que Sánchez consiga el suficiente número de aliados como para mantenerse en el poder. Su caso, no convenientemente disimulado, por lo que se habla en Bruselas. 

Hace cuatro años, Nadia Calviño, una eurócrata más en Bruselas, despreciaba a Pedro Sánchez. Ahora no puede permitírselo porque ha descubierto que habla inglés mejor que ella y que está más valorado que ella en Europa, mucho mejor que en España... pero quiere irse. Sabe que su política económica, basada en una deuda creciente y en un gasto público insaciable, puede aguantar hasta las elecciones, gracias a la aportación de los fondos europeos y a que Europa anuncia la vuelta a la disciplina fiscal... pero no mucho más tiempo. Calviño intenta evitar que su fracaso se haga demasiado visible y afecta a su carrera en los organismos multinacionales.

Y lo de doña Nadia es un ejemplo de otros altos cargos del Gobierno, quienes consideran que el Sanchismo tiene fecha de caducidad. El único que parece convencido de que va a repetir en Moncloa es… Pedro Sánchez. Y a lo mejor tiene razón.

Lo más triste es que no parece que Pedro Sánchez vaya a caer por sus salvajadas en materia de género sino por su desastre económico, que, encima, vende como un gran éxito. Y ese artificio nunca dura para siempre.