Lean esta informe de Religión en Libertad sobre la iglesia luciferina de Veracruz (México).   

Lo que está claro es que el culto a Satán crece en todo en el Occidente cristiano y siempre según las pautas habituales: Odio a la Eucaristía odio a los inocentes (a los niños) y sexo desnudo, desprovisto de amor y, por supuesto, no abierto a la vida. 

Porque a Satán no le gusta la vida, ni la de los grandes ni la de los pequeños. Para ser riguroso, a Satán lo que no le gusta es el hombre.

Vuelve la era de los brujos. Oiga, ¿y de las brujas?