Menuda palabra, coherencia! Pero para ser coherente hay que pagar un alto precio, estar dispuesto a ir contracorriente y mantenerte fiel a tus principios, porque sino, acabarás como una veleta, girando para donde sople el viento. Hay una frase que dice: “El que no vive como piensa, acaba pensando como vive”. Estamos en una sociedad en la que abundan las lamentaciones, parecemos plañideras, pero esto es debido a que no somos coherentes.  ¿Cómo se puede entender que si en España la mayoría de ciudadanos se declaraba católico, se hayan establecido las inicuas leyes que se han promulgado? ¿Católicos? Y, por si fuera poco, a Dios, al menos oficialmente, ni se le nombra? Y el resultado es que con el voto de los católicos, están gobernando los que no lo son. ¡Pues vaya una coherencia!.