Si nuestros pecados fueran como la grana, como blanca es la leche, blanqueados quedar podrían
Alcanzar creemos el conocimiento,
para explicar lo que vivimos y vemos.
Y no es de las aves que emigran,
o el trigo que en campos crece,
o cómo a la cosecha afecta si no llueve.
Es del hombre el sufrimiento,
o la consecución del éxito;
como castigo divino el primero,
o el segundo, por lo mismo, un premio.
Y descubrimos que esa seguridad,
más tarde, o más temprano,
es altanería estúpida,
que rayar pudo y puede en pecado,
al tomar de Dios su nombre en vano.
Y frente a la realidad lamentable,
dolidos, desconcertados,
avergonzados y hundidos nos sentimos,
cual frágil barco en tormenta de un mar encrespado.
Y al mirar en nuestro interior
y descubrir que errar podemos,
no debe hacernos sufrir, ni los ojos cerrar,
ante la ingrata realidad.
Y el verdadero conocimiento
de nuestra liviana fragilidad,
cual sol alumbrará nuestra vida,
y la existencia, de tal nombre será digna.
J. R. Pablos del poemario inédito Maimonides