Triste es la hora que vivimos
Nubarrones sobre nuestras testas
Inquietudes y soledades
Ante una incipiente tiranía
Que empieza a cabalgar segura
Nuestras milenarias tierras
El tiempo ya pasó.
Y como la advertencia no fue atendida,
y ni el legislativo, ni el judicial,
ni la Corona, le llamó la atención;
ni se ha sabido, o querido,
a su incompetencia, a sus mentiras,
al abuso del poder que ha ejercido,
ponerle coto, con su dimisión;
lo tenemos ya instalado,
en su sillón de Tirano.
Y desde allí decretará leyes,
que siendo inconstitucionales:
¿El congreso avalará?
¿El Tribunal Constitucional
en un cajón por años
los recursos contra ellas, guardará?
¿Y la Corona las signará?
¡Qué tormento, qué dolor!
¿El pueblo, la nación, reaccionará?
Solo nos queda un grito de libertad:
¡Que al Tirano se le aplique el 102!