El corresponsal en Berlín de RTVE, Miguel Ángel García, se nos muestra emocionado: nunca tantos habían salido del armario al mismo tiempo, en la Iglesia católica alemana. Al final, resulta que 125 fieles no son tantos en un país que cuenta con 20 millones de católicos, pero dejemos eso.  

Es más, nuestro modernísimo cronista hace trampa, porque al comienzo de la noticia nos habla de curas y luego resulta que la mayoría son laicos. Son católicos, son homosexuales y, sobre todo, lo pregonan en un vídeo. En lugar de guardar su intimidad, como hacemos la inmensa mayoría de heterosexuales y homosexuales, la exhiben en un vídeo, con el objetivo de que la Iglesia "se adapte" a los tiempos modernos, según don Miguel Ángel. Adaptación que, al parecer, pasa por negar el Catecismo de la Iglesia. 

Eso sí, recuerden que en la iglesia alemana el mal está dentro y arriba. Como muestra un botón: aquí tienen al obispo de Aquisgrán, Helmut Diesen en un vídeo dando la bienvenida a la campaña LGBT "en nombre de la conferencia episcopal alemana" con el argumento de que la campaña era "una señal de que estamos trabajando para garantizar que ese clima de libertad del miedo debe desarrollarse en nuestra iglesia". Y es que, en Alemania, como en otros países, los que escandalizan son los prelados y los escandalizados son los fieles. 

¿Y todo esto me preocupa? No mucho. Lo que me preocupa es que enfrente, entre los pastores del rebaño, no salga nadie para aclarar la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad. Es decir, a recordar los puntos 2357, 2358 y 2359 del Catecismo, donde se dice que la Iglesia condena como graves los actos homosexuales, al tiempo que pide acoger a los homosexuales con respeto, comprensión y delicadeza (punto 2358).

Ha ocurrido lo mismo en España, cuando el arzobispo de Tenerife, don Bernardo Álvarez, tras recordar lo obvio, el catecismo, esto es, que un acto homosexual, libremente consentido y realizado, es un pecado mortal, no se ha visto apoyado por otros obispos y encima haya tenido que pedir perdón al colectivo LGTB. Pedir perdón siempre está bien, siempre hay que escuchar al ofendido, no al ofensor, pero confundir a los fieles sobre la doctrina... eso no está bien. Así que recordemos los dos vectores del Catecismo de la Iglesia católica actualmente vigente, el de 1992, acerca de la homosexualidad:

1.Por un lado, los cristianos deben acoger a los homosexuales "con respeto, compasión y delicadeza" (punto 2358).

2.Por otro, "los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados. Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso".

Entonces, ¿sobre qué pide perdón el obispo de Tenerife don Bernardo Álvarez, natural de La Palma? Y, sobre todo, ¿por qué ningún otro obispo español ha salido en su defensa? ¿Es que no se dan cuenta de que, de este modo, faltan a su papel como pastores del rebaño, cuya función principal consiste en indicar a las ovejas por dónde deben caminar y por dónde no?

"Adaptarse a los tiempos", pide don Miguel Ángel. Sólo le faltó exigir a la Iglesia que abra la mente. Recuerden a Chesterton: "tener la mente abierta es como tener la boca abierta, un signo de estupidez. La mente, como las mandíbulas, sólo se abre para cerrarla de inmediato sobre algo consistente".

Ningún obispo alemán ha aclarado nada, ningún obispo español ha salido en defensa de don Bernardo Álvarez. Esto es, en defensa del Catecismo. Y es que la homosexualidad en la Iglesia no supone mayor problema. El problema es la confusión doctrinal en la Iglesia actual. En la española y en la alemana. Confusión por dejación.