Lo ha dicho Pedro Sánchez, con motivo del 8M, ante un público entregado y en frase más retorcida que una viruta: "No dejemos que el veneno del machismo tóxico entre por la ventana del resentimiento". Renuncio a comentarlo porque no merece la pena parar mientes en cursiladas circulares.

Al parecer, Sánchez pretende que todos los varones nos hagamos feministos lo cual choca con el inconveniente ya dicho en estas pantallas: "¿Hay algo más tonto que un obrero de derechas? Sí, un feministo.

Ahora bien, lo importante es que muchos varones, empiezan estar hasta el gorro de que se les ataque y se les margine por el simple hecho de haber nacido hombres y, en general, empiezan a estar hasta el gorro de la pelmada feminista. Que no, que no existe una ola reaccionaria machista, lo que hay es muchos hombres hasta el gorro de la pesadísima estupidez de las feministas que, aliados con los feministos en el poder, esos que utilizan a la mujer con fines políticos, se dedican a incordiar al varón hasta hacerle la vida imposible. Ya saben: el violador eres tú.

Pues bien, está surgiendo una nueva generación en puertas que huye de las mujeres y que hacen realidad el viejo dicho del humorista Wodehouse: "la felicidad de un hombre consiste en conseguir alejarse de las mujeres lo más posible”. 

Y eso sí que es grave por dos razones: la primera, porque agudiza la mas estúpida batalla que vieron los siglos, la guerra entre ambos sexos y, en segundo lugar, porque si el mundo no puede avanzar sin la feminidad tampoco puede avanzar sin las masculinidad. Aunque seamos justos: el feminismo atenta tanto contra la masculinidad como contra la feminidad.