España es diferente hasta para organizar un Mundial de fútbol. Tras conocer que a la candidatura de España-Portugal-Marruecos se unirán Uruguay, Paraguay y Argentina, que albergarán tres partidos inaugurales para celebrar el centenario de la competición -el primero se celebró en Uruguay-, el jueves fue Marruecos el que levantó la mano.

Nuestro vecino del sur, que se unió después a la candidatura ibérica, se ha venido arriba y ahora quiere que la final del mundial se juegue en Casablanca, donde tiene planeado construir un estadio nuevo, sólo para la hipotética final. Al margen de otras muchas consideraciones, por ejemplo económicas, si finalmente es así, España quedará como el tonto de la clase: organiza un mundial -tiene más peso que Portugal en la candidatura-, pero se queda sin los dos momentos cumbres del campeonato: la inauguración y la final.

¿Le exigirá Pedro Sánchez a Mohamed VI que se deje de historias? Se admiten apuestas.