Como se recordará, tras la segunda huida de Carles Puigdemont de España el pasado 8 de agosto burlando la orden de detención que pesaba sobre él, el juez que emitió esa orden, el magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena, pidió un informe de lo ocurrido a los Mossos (la policía autonómica catalana) y al Ministerio del Interior. 

Este último, que dirige el ministro Fernando Grande Marlaska, ya informó al juez de que en los controles desplegados por la Policía Nacional y la Guardia Civil en la frontera con Francia "no se detectó en momento alguno" al fugitivo. Y que pese a que Interior ofreció a los Mossos ayuda para detenerlo, estos la rechazaron. Literalmente, Interior respondió al juez Llarena: "Una vez conocida la fuga de Puigdemont el pasado jueves, el Ministerio impartió instrucciones al jefe superior de Policía y al general jefe de Zona de la Guardia Civil, a través del delegado del Gobierno de Cataluña, para que, por un lado, se activasen los recursos operativos y de inteligencia extraordinarios de ambos cuerpos para localizar y proceder a la detención”.

¿Y por qué Interior no ordenó los recursos operativos y de inteligencia extraordinarios de ambos cuerpos para localizar y proceder a la detención antes de conocer su huida? 

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Y ayer jueves se filtró el informe que los Mossos d'Esquadra han entregado al juez Llarena en el que estos reconocen "errores en el dispositivo", como por ejemplo que no sabían el momento ni el lugar donde podía aparecer Puchi (pese a que había un escenario montado); que tardaron 16 minutos en descubrir que Puigdemont se había fugado en un coche, que un mosso corrió 3,4 km detrás del coche de Puigdemont hasta que lo perdió en un semáforo; que un dron de los Mossos no siguió a Puigdemont durante su huida el día que regresó a Cataluña... 

Todo esto es absurdo. Y no se lo cree nadie: lo podrían haber detenido tanto la Guardia Civil, como la Policía Nacional como los Mossos si les hubiera dado la gana y en el momento que les hubiera dado la gana. 

Pero montan una farsa, cuyo último episodio es el informe de los Mossos..

La realidad es que a Pedro Sánchez le interesaba que Puchi tuviera su minuto de gloria para desactivar la estrategia victimista de Junts y evitar que su detención fuera una excusa para suspender el pleno de investidura del candidato socialista Salvador Illa. Así que no le detuvieron porque no les dio la gana y punto…

No obstante, las explicaciones de los Mossos les asemejan bastante en su proceder a las chapuzas de los más famosos agentes de la TIA, Mortadelo y Filemón.

 A los españoles nos toman por idiotas. Y a lo mejor al juez Pablo Llarena también...

En cualquier caso, conviene insistir en el “yo me comprometo a traer a Puigdemont de vuelta a España” que pronunció en su día Sánchez. Las risas se oyen en Sebastopol: