George Soros ha concedido una entrevista al diario El País, en la que ha declarado que la Unión Europea tiene “muchos enemigos internos”. Cuando leí este titular, hice todo lo posible por repasar la entrevista entera, para ver si Soros me descubría el nombre de los enemigos, no fueran a figurar entre ellos Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que están tan de los nervios por lo de la caja b, que últimamente arremeten contra todo lo que se mueve.

Llama la atención que George Soros se refiera a la Unión Europea y evite la palabra “Europa”, lo que en él es lógico por ser este personaje un gran impulsor del Nuevo Orden Mundial, que en coincidencia con la masonería, aspira a borrar el cristianismo de la faz de la tierra.

Y he dicho que es lógico el regate lingüístico de Soros y además añado ahora que es totalmente coherente con sus propósitos, que se podrían calificar de satánicos, porque en lo de borrar al cristianismo de la faz de la tierra, y más concretamente al catolicismo, Soros y la masonería coinciden plenamente con los intereses de Satanás.

El gran historiador, y probablemente el mejor medievalista de todos los tiempos que hemos tenido en España, Luis Suárez, publicó hace un poco más de diez años un libro titulado La construcción de la Cristiandad Europea. En ese libro se explica la evolución del término Europa, que en un principio se utilizó para designar lo étnicamente no griego, hasta que en el año 748 un monje de nombre desconocido escribió una continuación de la Crónica de San Isidoro, en la que llamaba “europenses” a los soldados de Carlos Martel (686-741), que detuvieron en Poitiers a los musulmanes.

Europa hasta el siglo XV se llamó Cristiandad y se asentaba sobre dos conceptos básicos: la Universitas christiana (sociedad que acata unos valores morales situados por encima de la actividad personal) y la Res publica christiana (normas jurídicas, tendentes al bien común)

A partir de entonces, los escritores posteriores hasta el siglo XV cuando hablaban de Europa se referían a los valores espirituales, y no a un espacio geográfico.

Por lo tanto, Europa, hasta el siglo XV se llamó a sí misma Cristiandad, dos términos para referirse a una misma realidad que se asentaba sobre un par de conceptos básicos: el primero, la Universitas christiana o sociedad que acata unos valores morales situados por encima de la actividad personal; y el segundo, la Res publica christiana o conjunto de normas jurídicas, tendentes al bien común, que es el fin que debe perseguir todo poder político.

Y a partir de la definición de estos conceptos, Luis Suárez escribe que “en su raíz, podemos considerar a la «europeidad» como una forma de pensar y de sentir, la cual dicta a su vez un comportamiento. Sus valores fueron trasplantados a América y también a Australia y Nueva Zelanda, obligando a buscar nuevas denominaciones para una cultura y una sociedad que eran pluriespaciales. Así se explica también la reacción negativa que en algunos lugares americanos se produce en nuestros días, reclamando el retorno al «indigenismo», es decir, la deseuropeización”.

De manera que por este camino vamos entendiendo mejor la clasificación que hace Soros de los enemigos de la Unión Europea, esa institución así orientada por la que él ha apostado y en la que él se ha hecho inmensamente rico, por lo que es lógico que también la financie con su dinero, porque como no haya forraje para la vaca, no habrá leche en sus ubres que ordeñar. Así las cosas, se entiende que el verdadero enemigo de la soñada Unión Europea de Soros, no es otro que Europa, siempre y cuando encuentre sus raíces cristianas, a las que se refirió San Juan Pablo II en la catedral de Santiago de Compostela, el martes 9 de noviembre de 1982.

La Unión Europea de Soros tiene como decorado intelectual la triple dimensión de cultura de la muerte (contracepción, aborto y eutanasia) y como pauta moral la ideología de género

La Unión Europea de Soros tiene como decorado intelectual la triple dimensión de cultura de la muerte: contracepción, aborto y eutanasia; y como pauta moral la ideología de género, promovida por los mismos que con pocos reparos para exterminar millones de vidas inocentes, no tienen ninguno, sino más bien hacen alarde de un entusiasmo desmedido en secuestrar las almas de nuestros hijos en la escuela, para adoctrinarlos en la ideología de género.

No, no son imaginaciones mías, porque Soros no se corta un pelo y da nombres concretos de los enemigos de “su” Unión Europea en estos términos: “existen dos casos en los que estos enemigos han llegado al poder y han capturado al Gobierno: Viktor Orbán en Hungría y Jaroslaw Kaczynski en Polonia”. Y nótese el respeto y la consideración que los gobiernos de Hungría y Polonia le merecen a George Soros, un personaje con un concepto de la democracia según el cual cuando llegan al poder mediante unas elecciones limpias los que no piensan como él lo que hacen es “capturar al Gobierno de la nación”.

Y como del enemigo el consejo, obsérvese también cómo la verdadera preocupación de Soros no es que haya personas que defiendan la vida y la familia natural frente a la cultura de la muerte y la ideología de género. Lo que, según Soros, convierte en verdaderos enemigos de la Unión de Europea a los defensores de la vida y de la familia natural, es que estos llegan al poder.

Por eso, al leer estas declaraciones siente uno la tentación de pensar si a los defensores de las organizaciones oficiales de la vida y de la familia de España en los últimos años no las habrá financiado el mismísimo Soros, a juzgar por el empeño decidido de este tipo de organizaciones en transmitirnos la idea de que la defensa de la vida y de la familia era una cuestión social, ajena a los partidos políticos, por lo que los líderes pro vida y pro familia pusieron todo su empeño en abortar la vida de cualquier partido que llevara en su programa la aprobación de leyes, inspiradas en la doctrina social de la Iglesia, claras y determinantes a favor de la vida y de la familia.

Otra de las coincidencias del mundialismo con las estrategias de Satanás es su actuación en la oscuridad y en el secreto, algo radicalmente contrario a la más elemental práctica democrática

Aunque también podría ser que la actitud de algunos de estos líderes pro vida y pro familia de España, refugiados en sus organizaciones y en ciertos medios de comunicación, sea la contrapartida del pago recibido en forma de subvenciones, para mantener en pie unas organizaciones, que si en algún día tuvieron una cierta influencia, hoy ya no tienen ninguna.

Otra de las coincidencias del mundialismo con las estrategias de Satanás es su actuación en la oscuridad y en el secreto, algo radicalmente contrario a la más elemental práctica democrática, que exige siempre luz y taquígrafos. Si algo caracteriza, o eso dicen los libros que debería caracterizar, al liberalismo y a la democracia es el abandono del secretismo en la práctica política.

Mal están las prácticas secretas en una persona particular, pero son inadmisibles en nuestros representantes políticos. Los ciudadanos tenemos todo el derecho a saber lo que se habla y lo que se “sugiere” en reuniones tales como las del Club Bilderberg, porque en esos conciliábulos se tratan medidas que nos afectan a todos. ¿O es que en la última edición del Club Bilderberg de hace un año, a la que asistió el líder del PP, todo lo que se decidió fue una cuestión tan personal como que Pablo Casado se dejase barba? Si solo fue eso, Pablo Casado puede seguir callado, pero si hubo algo más nos lo tiene que contar, tenemos derecho a que nos lo cuente, y si el paso del tiempo ya le ha borrado de la memoria algún acontecimiento, puede pedir ayuda a Inés Arrimadas, que también estuvo presente con él en ese tipo de reuniones, que cuando se convierten en secretas, se denominan tenidas.

 

Javier Paredes

Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá.