Las revelaciones extraordinarias, un signo de nuestro tiempo
1971. La Iglesia italiana permite la publicación de dos 'opúsculos', pequeños folletos sobre unas revelaciones privadas a un franciscana. Nada menos que de su hermana muerta. El L'Osservatore Romano aplaude la iniciativa y Pablo VI (en la imagen) la bendice. Dos opúsculos que viene a ser uno. Sus títulos: El gran mensaje de amor y, otro bien parecido, Desde el Cielo, un mensaje de Alegría en el dolor. En España los ha traducido y publicado esa pequeña pero eficaz editorial de folletos, creada por el jesuita parapléjico -fallecido en 2004- José Luis Urrutia.
Se multiplican las apariciones marianas y otras revelaciones privadas que hablan del fin de los tiempos ¿Significa eso que hay más locos en el mundo o más amigos de lo extraordinario? Puede, pero, en pura estadística, también puede significar que estamos en el fin de los tiempos.
En primer lugar, quiero decir que Pablo VI es un gran desconocido. De apariencia fría e intelectual, la mayoría de la gente no se le imagina aprobando y promocionando revelaciones privadas. Es más, este Papa fue quien levantó la necesidad de permiso expreso del obispo para peregrinar a lugares de, por ejemplo, apariciones marianas, o la licencia eclesiástica para la publicación de revelaciones privadas. Esto tuvo una especial importancia, por ejemplo, en las apariciones marianas de Garabandal, no aprobadas por la Iglesia pero donde Pablo VI y su 'curia' animaron a las niñas videntes y a sus círculo a pregonar los mensajes de la Virgen por todo el mundo.
Pues algo parecido ocurrió con la franciscana italiana, cuya orden se ha empeñado -quizás hace bien- en que permanezca en el anonimato.
Y quien pretenda parar el eco de esas revelaciones, verdadero signo de nuestro tiempo, pertenece al grupo de malignos que han alcanzado, también en el seno de la Iglesia, una cuota de poder como nunca tuvieron.
Porque esta es la hora de la gran batalla y nadie podrá sustraerse a ella. Es más, pobre de aquel que no se prepare para la lucha. Con un alma en gracia, naturalmente, fruto de una conversión del corazón. Conversión a Cristo, se entiende, y la crisis de la Iglesia se deja ver en que hace 40 años no hubiera necesitado explicar en qué consiste la conversión, en qué consiste estar en gracia y en qué consiste convertirse a Cristo. Y todo ello "antes de que el Señor abrase el mundo con el fuego de su ira".
En cualquier caso habrá un nuevo Reino: "Se está preparando a la Iglesia ya a las Almas un nuevo Reino. Se entrará en ese Reino por la purificación y la limpieza de los escombros".
Claro que podemos seguir mirando hacia otro lado. Siempre que no olvidemos que algunos, como Pablo VI… no miraban hacia otro lado. Tampoco hacía aspavientos -fue un Papa de una sencillez extrema-, pues sabían el principio primero, y más sensato con el que afrontar la segunda venida de Cristo: si supiera que mañana se acaba el mundo un cristiano debe hacer lo mismo que está haciendo. Ni más ni menos.
Eulogio López