- Lo público no es lo de todos, sino lo que manejan los políticos a su antojo.
- Ninguna persona con dignidad quiere vivir de limosna.
- Los gobernantes no deben dar limosna a los desheredados sino facilitar que encuentren trabajo.
- Además, estos progres siempre dan limosna con el dinero de los demás.
Insiste el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en su propuesta de ingreso mínimo vital. Es decir, dinero aportado entre todos, aunque el premio a la solidaridad se lo llevará él, y que proporcionamos a las personas que lo necesiten. Pues mire, no.
Lo que deben proporcionar los gobernantes a los gobernados es la forma de ganarse la vida. Insisto: ninguna persona con dignidad quiere vivir de limosna, lo que quiere es poder ganarse la vida por sí mismo.
Engaño primero: la mitificación de lo público. Y ya se sabe que moda es lo que pasa de moda. Pero el dinero público no es el dinero de todos, es el dinero que aportamos entre todos y que los políticos emplean como les viene en gana. Incluso en ocasiones se lo meten en el bolsillo, sí señor.
Mentira segunda. El Estado, es decir, el Gobierno que encarna al Estado, es el principal limosnero. Pues no señor, primero porque trabaja…. con el dinero de los demás. El Estado distinto lo encarna el Gobierno. Casi podría decirse que el Estado no existe mientras los ministros sí.
A los políticos les encanta repartir el dinero de los demás en
subvenciones públicas. Con ello ganan muchos votos.
Ahora bien, la labor de un político no es dar limosna sino ofrecer las condiciones necesarias -sobre todo reduciendo impuestos- para que cada cual pueda ganarse la vida trabajando y sin suplicar al Gobierno.
De hecho, las subvenciones públicas sólo deberían paliar las deficiencias o desventajas naturales: maternidad, que es una desventaja laboral para la madre pero muy útil para la sociedad, o la ceguera, que es una
deficiencia natural.
Para lo demás deje a cada cual que se gane la vida y deje a la caridad privada, que no a la pública, que redistribuya las oportunidades. Lo hará con su propio dinero, no con el dinero de los demás.
Aclaración, me temo que necesaria. ¿
Significa todo esto que hay que negarle la limosna al mendigo con la excusa de que ya hay instituciones que se ocupan de ello? No. Ahora bien, mejor que esas instituciones benéficas sean privadas y mejor que no fiemos todo a la limosna o a las subvenciones del Estado. Más que nada porque del grueso de esa limosna estatal siempre se distrae algo, o mucho, para el bolsillo de la clase política. En plata, no critico la limosna. Lo contrario a un chichón en la frente es un agujero en la frente. Tampoco es agradable. Sólo estoy poniendo en solfa el mito de lo público, eso que es propiedad de todos y usufructo tramposo de los poderosos.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com