La frase me la encuentro constantemente y, lo más sorprendente, es que la repiten personas que se declaran provida ‘cien por cien’. “Yo no estoy a favor del aborto, pero si alguien quiere abortar no se lo voy a impedir”, y se quedan tan anchos.

Por el mismo razonamiento, esas mismas personas estarían en contra de robar, pero no impedirían que unos malhechores atracaran el banco, o que unos okupas -ahora que están de moda- entraran en una vivienda vacía. En época de esclavitud, dirían algo parecido a: “yo no estoy de acuerdo con tener esclavos, pero si el vecino los tiene…”.

Me dirán que no es lo mismo, y es cierto. En el caso del aborto es infinitamente más grave porque estamos hablando de asesinar a un ser humano que, además, está completamente indefenso.

Entonces, ¿qué es lo que estamos defendiendo realmente, la vida del bebé que aún no ha nacido o nuestra propia (y falsa) rectitud? No se puede ser provida y, al mismo tiempo, justificar a los que abortan.

Y con la eutanasia sucede lo mismo. Un poquito de coherencia, por favor.