- También por su sectarismo y falta de principios.
- Sesión de control al Gobierno en el Congreso: Margarita Robles: bate el record de superficialidad.
- Enfrente, un Mariano Rajoy que sólo busca permanecer en Moncloa como sea.
- ¿Y los nuevos partidos? Moralmente son peores.
- Pablo Iglesias es un totalitario peligroso y ensoberbecido.
- Albert Rivera es un jacobino de derechas, sin principio alguno.
La nueva portavoz parlamentaria de
Pedro Sánchez, Margarita Robles (
en la imagen junto a Rajoy) semi estrenó su condición en la sesión de control del Gobierno en la misma línea del sanchismo:
superficial y sectaria.
Para muestra un botón: Robles no ha dicho nada ni quería saber nada ni ha aportado nada. Sólo obligaba a que el presidente
cesara a unos 41 ministros. Pero eso sí, aseguró, muy feminista, muy sanchista, que Rajoy se guiaba por la arrogancia y el autoritarismo.
La clásica horda sanchista:
un inulto vale por 100 ideas y cuesta menos pensarlo.
Sobre todo, porque los defectos de Rajoy
no son la soberbia ni la arrogancia. Rajoy es tibio, sin principio alguno, adocenado, cobardón, vago redomado y su único objetivo es durar en Moncloa el mayor tiempo posible.
Es la viva imagen de la degeneración moral de la clase política española. Pero ni es arrogante ni es autoritario. Resulta muy cansino. Y tampoco es tan sectario como
Margarita Robles.
¿Los nuevos partidos pueden cambiar esto? No lo creo. Para mí son peores que los tradicionales, que ya es decir. Y moralmente mucho más peores aún.
Pablo Iglesias es un totalitario peligroso y ensoberbecido. Tan ignorante como pedante y tan insultón como cursi.
Albert Rivera es un jacobino de derechas, sin principio alguno. Se apunta al centralismo y a la trasparencia, como si ambos fueran virtudes, cuando
sólo son posturas o instrumentos.
Es una España invertebrada pero, en este periodo histórico, con el sectarismo y la frivolidad de sus políticos. Los viejos y los nuevos.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com