- Obama y Clinton han creado el espantajo de "que vienen los rusos".
- Al mismo tiempo, con tal de fastidiar a Moscú, Obama beneficia al sunismo, padre del yihadismo.
- Y Washington pide a la OEA que vigile la limpieza de los comicios… como si se tratara de una república bananera.
Las elecciones presidenciales norteamericanas del presente año se están convirtiendo en una farsa. No sólo porque la nueva masonería internacional, es decir, el
Nuevo Orden Mundial (NOM) haya dictaminado que debe ganar
Hillary Clinton; no sólo por la burda utilización del
feminismo más cínico, por parte de la ex secretaria de Estado, no sólo por
la bajeza de la candidata demócrata y la
mentecatez del republicano, sino, también por la campaña de fondo, más peligrosa, que aletea tanto en
Barack Obama como en
Hillary Clinton, al cinematográfico grito de "¡nos atacan los rusos!".
Así, el propio Gobierno Barack Obama asegura que ha pedido a la Organización de Estados Americanos (OEA) que manden
observadores internacionales, mismamente como si su país fuera a una
república bananera, mientras aseguran que el Kremlin está detrás de una posible manipulación pro-Donald Trump.
Y esto lo dice
el país que tiene el mayor ejército del mundo. Además de las grandes firmas que controlan internet y que espían a todo el planeta (Google, Facebook, etc.).
El espantajo del ataque ruso se extiende a Siria, donde -el mundo al revés- los buenos de la película resultan ser
Vladimir Putin y
Bashar Al-Asad, los únicos que ahora mismo se están enfrentando al
terrorismo islámico.
Por cierto, ridículo de España al proponer un alto al fuego en Alepo, justo cuando los terroristas están a la defensiva. Rusia, por contra, proponía algo mucho más lógico: alto el fuego para que los terroristas dejen salir de la ciudad a las mujeres y niños a los que
están utilizando como escudos humanos. Para el terrorista, la guerra es una cuestión de familia.
Todo es una grandísima farsa de un
Nuevo Orden Mundial que parece empeñado en llevar al mundo a una guerra global o a un caos global, hasta imponer en todo el planeta
la tiranía progre del derecho al aborto, el ensañamiento con el débil, la ideología de género y la destrucción del cristianismo.
Pero ojo, esta vez es Occidente quien ataca al cristianismo.
¿Significa esto que Trump sea la solución? No, insistimos:
Trump es un tuercebotas. Pero el peligro no está en él sino en
Hillary Clinton, colaboradora, no sé si voluntaria o involuntaria… del caos global.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com