- Lo propia de la modernidad es empeñarse en que el efecto produce la causa.
- Eso en fino, en paladino es lo que siempre se llamó prejuicio.
Algunos astrónomos, de la
NASA 'of course', han catalogado 1.284 planetas perdidos por nuestra galaxia. Nuevos planetas, es decir, viejísimos planetas que el hombre desconocía hasta el momento, aproximadamente por donde vagaba Luke Skywalker.
Y ahora viene lo mejor: 9 de esos neoplanetas o veteroplanetas pueden albergar vida, dado que se encuentran a tiro piedra –unos centenares de miles de kilometrillos- de su estrella de referencia. Como siempre, la ciencia experimental ofrece más datos que certezas, más sospechas que relaciones sólidas, pero no le quitemos mérito a la NASA. Es, en efecto, un gran descubrimiento.
La cosa ha sido muy festejada, porque no solo en nuestra galaxia, que según dicen tampoco es para tirar cohetes, existen millones de soles y planetas, sino porque, atención, 9 de ellos podrían albergar vida.
¿Está claro no? ¿Lo han cogido? Es la prueba inequívoca de que Dios no existe.
¿Que por qué? Cómo se ve que es usted un fascista. En primer lugar, porque si hay vida hay vida inteligente. ¿Que por qué? Porque sí.
Y claro, lo de los curas, pura filfa. Porque si hay vida, y hay vida inteligente, o seres inteligentes con más tentáculos que los compis de los hombres de negro y más feos que pegarle a un padre con un calcetín sudado, pues entonces no necesitamos ni a Dios ni a su Redentor.
¿Que por qué? Porque sí.
Además, me va decir que entre tantas miríadas de planetas, Dios ha elegido este minúsculo territorio llamado Tierra para encarnarse. ¡Anda ya!
La modernidad ha desarrollado una especial tendencia a retorcer cualquier argumento para negar al hacedor de todo argumento. Ha olvidado el planteamiento básico de que todo efecto proviene de una causa, no al revés. Eso por decirlo en fino, que en román paladino de lo que hablamos es de lo que siempre se llamó prejuicio, enemigo primero de la razón. El prejuicio más extendido en la modernidad es el de negar a Dios.
A lo mejor es por esto por lo que abundan los convencidos de que la modernidad camina hacia el manicomio.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com