Cuando Occidente se arrodilla ante el ídolo
Como en España no ha habido grandes manifestaciones por el caso George Floyd, a pesar de que Pablo Iglesias y su brillante olfato para la bronca lo ha intentado, lo cierto es que Londres, París, Francfort, la católica (¡Ay qué risa!) Munich y otras ciudades europeas han servido como escenario al numerito George Floyd.
Sí, un numerito, porque, aunque el hecho en sí sea una tragedia (un policía matón mata a un hombre, encima de raza negra, con violencia excesiva y estúpida), la exageración ‘ad nauseam’, y encima exageración interesada, ha convertido la tragedia de Floyd en espectáculo… un numerito aprovechado contra todas las mentes débiles y por todos los corazones vacíos. Por ejemplo, por el Partido Demócrata norteamericano que, de esta forma, tapona, por ejemplo, el escándalo de Hillary Clinton, en el banquillo de los acusados por su prolífica utilización de ‘emilios’.
Dejad a George descansar en paz: Floyd es una víctima, no un mártir. Su tragedia se ha convertido en un repugnante y peligroso espectáculo
Pero el numerito del pobre Floyd es aprovechado, sobre todo, por el mentor de Hillary y de tantos otros, el Nuevo Orden Mundial (NOM), que tiene como tarea principal que todo el mundo se sienta agraviado, por razón de religión, ateísmo, sexo, raza, posición económica o, sencillamente, porque ha nacido muy feo y liga poco (de estos hay muchos más de los que usted piensa). Verbigracia. La actitud genuflexa, piernas en ristre, de los participantes y participantas de Operación Triunfo.
Una humanidad perpetuamente agraviada supone un caldo de cultivo para la violencia, la reclamación de derechos imposibles y, en general, la molicie y la vagancia. Y como con molicie y vagancia se obtiene poco, los indolentes dan paso a la envidia, el monstruo de los ojos verdes, que diría el gran Wodehouse. Es la materia prima para la tiranía global que pretende el NOM.
El caso George Floyd representa la decadencia más estúpida de Occidente. De repente, todos los descontentos del mundo entero han encontrado, por fin, el mal que corroe a la humanidad: el racismo. No se lo creen ni ellos pero se cumple, de forma fatalista, que cuando el hombre abandona a Cristo se confía a cualquier idiotez. Por ejemplo, a lo políticamente correcto.
Dicen en la Ribera navarra que cuando el diablo no tiene nada que hacer con el rabo mata moscas. Cuando el hombre se queda sin Dios adora a cualquier necedad. Por ejemplo, idolatra a quien convierte en un modelo a seguir a alguien por el hecho de haber sido asesinado. Floyd es una víctima, no un mártir. Y no fue asesinado por ser negro, fue asesinado por un estúpido policía blanco que se hubiese ensañado de la misma forma con un blanco, un negro, un amarillo o un malayo.
Sólo hay algo peor que el “yo no me arrepiento de nada”: el falso arrepentimiento. Esa falsa petición de perdón anula cualquier contrición sincera y cualquier rectitud de intención
Es entonces cuando el mundo se envuelve en una hipócrita petición de disculpas por el hecho, por ejemplo, de haber nacido blanco. Recuerden: sólo hay algo peor que el “yo no me arrepiento de nada”: el falso arrepentimiento. Esa falsa petición de perdón anula cualquier contrición sincera y cualquier rectitud de intención.
¿Y por qué al Nuevo Orden Mundial (NOM) le interesa explotar el caso del pobre George? Al menos por dos razones, la una más válida y hasta plausible pero, en mi opinión, insuficiente. La otra, y sólo en mi opinión, más de fondo.
La primera es que hay que acabar con Donald Trump. Con sus modales groseros y su bravuconería, el presidente norteamericano constituye hoy la muralla contra el pensamiento políticamente correcto, progresista y, por tanto, medio lelo. Trump, con sus malos modales, no deja de ser un ejemplo -y nos quedan pocos- de gobernante cristiano, que tiene claros sus principios e intenta ser coherente con ellos. Asi que hay que tumbar como sea a Donald Trump y cambiarlo por ese memo peligroso llamado Joe Biden, la combinación preferida del NOM: un católico rarito, es decir, católico abortero y progre. Él y Nancy Pelosi constituyen los dos tipos de imbéciles más mimados por el NOM, cuya principal característica es… la cristofobia.
Por encima de sus modales groseros, Donald Trump es el arquetipo de político cristiano y coherente
La segunda razón es más profunda: El objetivo del NOM por encima de los nombres propios, consiste en crear un sólo gobierno mundial, con un solo pensamiento único, que, y aquí me distancio de cabezas mucho más sólidas que la mía, como la de Joseph Ratzinger, no es el relativismo (el relativismo murió con el siglo XX) sino la blasfemia contra el Espíritu Santo, que es un paso más allá. La blasfemia contra el Espíritu es, ya lo hemos repetido mucho en Hispanidad, llamar mal al bien y bien al mal, la inversión de valores que, esta sí, ni el relativismo ni el modernismo, me parece realmente nueva en la historia. Nueva y terrible porque no tiene marcha atrás. Recuerden: la balsfemia contra el Espíritu Santo es el pecado, que no se perdonará ni en este siglo ni en el venidero.
Que la desgraciada muerte de George a manos de un policía brutal en una ciudad norteamericana, se haya convertido en el eje ideológico del mundo, que haya roto Occidente entre Europa y USA, que los propios Estados Unidos se hayan partido por la mitad y convertido el país en un reino de saqueadores asimismo salvajes, que haya castrado todo el debate intelectual global (si el problema del siglo XXI es el racismo… entonces yo soy archipámpano de Madagascar y archiduque de Tegucigalpa)… oiga, es como para hacérselo mirar. Sería para reír si no fuera para llorar. Dejad a George Floyd que descanse en paz.
Lo peor: cuando el diablo no tiene nada que hacer con el rabo mata moscas. Cuando el hombre se queda sin Dios se confía a cualquier idiota. Por ejemplo, a lo políticamente correcto, es decir, al NOM.
Esto sí es una tragedia. Que un policía mate a un ciudadano pasa cada día en cualquier país. Que ello sirva para engañar a toda la humanidad y para dividir a media humanidad contra la otra media, mientras se aceptan como dogmas las más increíbles sandeces… eso ya es más grave y no pasa cada día. Ha pasado con George Floyd.