- La desesperanza: el espíritu derrumbado de un mundo en crisis.
- Atentos a la desesperanza global. Porque el hombre, ser racional, nunca se derrumba en su cuerpo, sino en su alma.
- ¿Y esto es malo? No es bueno, pero también puede ser el presagio de un mundo mejor. Así lo creo.
"Cuando quiero conocer las últimas noticias leo el Apocalipsis", decía el cachondo de
Leon Bloy (
en la imagen). La sentencia viene al pelo si hablamos de la
actual obsesión de los intelectuales orgánicos (suponiendo que quede alguno) y de la realidad mediática (sí, los periodistas hemos creado un mundo paralelo y, en parte, falso) de negar, no ya las conclusiones, sino
también las premisas, de un posible fin de ciclo, de un posible
vuelvo mundial provocado por la corrupción (pecado) global. O sea, no el fin del mundo pero sí un fin de ciclo,
una civilización que muere y otra que nace. Y ya saben que cuando se niegan las premisas lo que se está practicando es la censura.
En plata,
si hablas de fin del mundo eres un tarado. Si acaso, con cierta caridad, te tratarán de majadero y, en todo caso, te condenarán al silencio.
Pero
Bloy era un tipo independiente, una mente que practicaba la libertad (las mentes libres no existen, la mente es esclava de sus conclusiones, que son también sus dogmas, pero
sí existe la mente libre, la que piensa sin prejuicios).
Si el mundo tuvo principio, ¿
por qué no habría de tener fin? Y el hombre, ser racional,
por tanto espiritual, no se derrumba en su materia: antes se derrumba en su espíritu.
Y todo esto concluye en que
la marca del mundo actual no es otra que la desesperación. Es decir, el espíritu que se derrumba.
Atentos a la desesperanza global. Porque el hombre, ser racional, nunca se derrumba en su cuerpo, sino en su alma.
¿Y esto es malo? No es bueno, pero
también puede ser el presagio de un mundo mejor. Así lo creo.
Tendré que releer el Apocalipsis para enterarme de lo que está pasando, de las últimas noticias, que, en este caso, también son las primeras.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com