Si la clerecía progre pretende el 'todo vale', que funden su propia Iglesia. Naturalmente que no lo harían, porque el argumento democrático se volvería contra ellos. Ha dado en la diana el padre Santiago Martín (en la imagencon su artículo "una solución equivocada". Se refiere a dos sucedidos: la reacción del Obispo de Dublín ante el referéndum que servirá para promulgar el homomonio en Irlanda (¡Pobre Irlanda con estos irlandeses!) y la 'tenida' romana de teólogos alemanes, franceses y suizos (¿nos olvidamos de Austria, quizás?), para preparar el camino hacia la gloriosa segunda parte del Sínodo de la Familia. Una segunda parte, que no va a suponer un ataque a la familia aunque todo se andará, sino, principalmente, a la eucaristía, lo que supone la batalla final. Cuenta Santiago Martín que los clérigos del aquelarre se reunieron en Roma a puerta cerrada (¿pero no quedamos en que la transparencia era una de la muestras de democratización de la Iglesia?) y que sus conclusiones -no bastante previsibles, tratándose de clérigos progres- consisten, en espléndido resumen de Martín, es el siguiente: "Lo único que se debe pedir en cuestión de sexo como norma moral es que lo que se haga sea consentido. O se acepta el 'todo vale' o la gente se va". Digo que este es un resumen brillante de la tenida pero aún más brillante me parece la interposición de Martín. Ahí va: "¿No sería más honesto que los que eso promueven fundaran su propia Iglesia? Si están tan convencidos de que el suyo sería un camino de éxito, que den un paso al frente y que se vayan, dejándonos a nosotros morir por falta de fieles". ¿Por qué no lo hacen? Pues porque el argumento democrático al que tanto les gusta apelar a la clerecía progre se volvería contra ellos. Es decir, por dos razones: 1.- Esa nueva Iglesia duraría menos que un caramelo a la puerta de un colegio. A la gente, en especial los jóvenes, no le gusta las metas fáciles ni los objetivos burgueses: le gusta que les propongan la santidad, que es algo más complejo, una aventura por la que merece la pena entregar una vida. 2.- Porque si fueran trasparentes y no enredaran con equívocos, estos clérigos progres demostrarían la sublime chorrada en la que se apoyan. Que no quieren destruir a la Iglesia, que lo quieren es conquistarla, que es otra cosa. Eulogio López eulogio@hispanidad.com