- No, al Gobierno Rajoy le va muy bien con las demandas, querellas y fallos judiciales que ya ha conseguido contra el secesionismo.
- No quiere disparar el victimismo nacionalista.
- Los independentistas son conscientes de que no habrá referéndum pero el decorado les exige decir palabras gruesas.
No se habla ya del
artículo 155 de la Constitución, que permitiría al Gobierno intervenir la autonomía catalana, porque no interesa, básicamente. Al Ejecutivo catalán se le acaba el tiempo que él mismo se ha marcado, la celebración en septiembre del
referéndum. Habrá que ver cómo y con qué nuevos pasos pero con el mismo desenlace: no se celebrará.
En paralelo, el Gobierno prefiere jugar con sus propias armas, de carácter jurídico. Por esa vía,
entre sentencia y sentencia de distintas instancias judiciales, han ido desfilando cargos, se han neutralizados leyes, se ha inhabilitado dos años a
Artur Mas por desobediencia y se han condenado, por la misma razón (el
9-N), aunque con menos tiempo de pena, a su entonces
número dos en la Generalitat,
Joana Ortega, y a la consejera de Enseñanza
Irene Rigau.
La aplicación del artículo 155 de la
Carta Magna no tendría otro
golpe de efecto, poco conveniente, que servir de argumento al vociferante nacionalismo catalán. Se ve en cada una de las comparecencias judiciales de alguno de sus dirigentes.
Dicho de otra forma, las numerosas demandas interpuestas contra el independentismo catalán, así como las sentencias conseguidas, dejan la intervención del 155 como una segunda alternativa. Ahora ya hay
jurisprudencia y hábitos judiciales para aplicar con celeridad.
Por tanto, esa opción constitucional ha quedado subsumida en la actividad de la
Brigada Aranzadi de Mariano Rajoy, aunque es verdad que
los independentistas se lo han puesto fácil, de tanto incumplir la ley.
A partir de aquí,
sólo queda un acuerdo económico -con alguna cesión política- a cambio de dejar el referéndum para dentro de unos años...
o de unas generaciones. Pero, por el momento,
Puigdemon (
en la imagen junto a Junqueras), insiste en el referéndum a cualquier coste, incluso habla de Declaración Unilateral de Independencia. Y Rajoy, por la misma, le contesta que es un inaceptable chantaje al Estado. En fin, forma parte del decorado.
Eso sí,
Puigdemont, y otros nacionalistas, saben que no habrá referéndum.
Rafael Esparza