Jornada electoral en Argelia este jueves 12 de diciembre. El personal prefirió gritar a votar.

Ahora bien, el régimen contra el que ahora protestan, el de Abdelaziz Buteflika, surgió de un golpe de Estado militar -desde dentro del régimen, que conste- contra la victoria electoral del Frente Islámico de Salvación (FIS), fanáticos fundamentalistas islámicos que ganaron unas elecciones libres y que habrían llevado al país a la tiranía más cruel, la del fanatismo mahometano.

Así que fue un golpe de Estado militar bienvenido, que contradijo el resultado de lo que querían los demócratas pero que salvó la libertad y la paz en Argelia. Es cierto que luego Buteflika se negó a abandonar el poder y acabó tutelando un país anestesiado. Cierto, pero el asunto argelino vuelve a plantear la vieja pregunta que ya se formulara un tal Aristóteles: ¿Qué es democracia, lo que votan los demócratas o lo que preserva la democracia?